Escrito en el WC
Los servicios de los bares se han convertido en lugar de encuentro y de comunicación
Son sitios de desahogo y retiro, pero a la gente que los visita les gusta escribir en las paredes frases antológicas como: "Y ahora mismo me da lo mismo"; muchos lo utilizan para esnifar cocaína; para los que entienden (homosexuales) es un lugar de culto; algunas olvidan los panties o el preservativo y hasta hubo un empresario de un pueblo de Castellón que se atrevió a colocar una cámara de vídeo en los servicios de la discoteca para grabar lo que allí ocurría.
En Mala Fama, un bar de motoristas de la calle del Barco, el WC está decorado con baldosas rojas hasta el techo. El de los caballeros se acompaña con poster de una hembra exuberante. El de las chicas, con un espejo frente al excusado. Desde la letrina, además de ver tu imagen reflejada, te puedes entretener leyendo grafitos como: "No mates a una zorra para vestir a otra"; "Machín forever", firmado por el dibujo de una mano sosteniendo una maraca; "El punk no se hunde porque la mierda flota", "No sé si llegaré a la cima, pero viviré sabiendo que he estado en el estrellato; Buddy Holly, 1957; "Ser rockero es una estrella nacida del rock and roll, no intentes borrar la marca que llevo en mi corazón".Dos chicas, que están en el lavabo acicalándose, comentan de paso su "incidente" en la barra del local. Al parecer, un tipo con varias copas de más les ha preguntado sobre el estado de sus bragas. Una dé ellas muestra su indignación por el método utilizado para ligar: "Yo es que los que van de machitos no los aguanto". La amiga trata de quitar importancia al asunto. Desde el inodoro masculino una voz replica: "Yo es que ni me la encuentro".
En el mismo barrio, en los lavabos del Cutre Inglés, una joven protesta ante lo que considera una discriminación por parte de sus amigos. "Yo también me drogo", le dice, levantando la voz, a un muchacho que, a modo de disculpa, argumenta: "Había poca y no es mía". La letrina del Cutre imita con todo lujo de detalles al ascensor de unos grandes almacenes.
Una pitón en un árbol
La entrada a los lavabos está flanqueada por una pitón. La serpiente vive en una vitrina en la que se ha instalado un árbol para que se mueva a sus anchas; de fondo, y para que se sienta como en casa, hay un poster pegado a una de las paredes en el que se ven un bosque y un arroyo. Como estrella invitada de las noches madrileñas, la pitón comparte jaula con un pequeño ratón al que más tarde o más temprano acabará devorando.La penúltima copa de la noche cae en el Cuatro Rosas, muy cerca del Café de Chinitas y de una comisaría. El bar es modelo vagón de metro y el común está al fondo a la izquierda. En el interior una adolescente chilla excitada: "¡Jaime, es Jaime!". El galán en cuestión es Jaime Urrutia, cantante de Gabinete Caligari y copropietario del local. Caligari, ajeno a las pasiones que despierta en el evacuatorio, se besuquea con Marisa, su novia. La chica que recoge los vasos, cuenta que a veces escucha conversaciones dedicadas única y exclusivamente a poner verde a alguien.
Y la última en la sala Universal. Carmen, la chica del ropero, cuenta el caso de un cliente que se iba al baño a tirarse pedos. Ante las protestas de los allí presentes, el pedómano se defendía: "Pero, qué pasa, estoy en el excusado".
En la Facultad de Ciencias de la Información, los estudiantes protestan por la falta de utillería en los inodoros. Lo único que funciona es la pluma de los usuarios. En el de chicas una joven ha escrito en la puerta "¡Ayuda! Estoy enamorada de un chico que asegura estarlo también de mí aunque tiene novia y ¡que no la deja, coño!". Una aconseja que busque otro; una segunda que le "pague con la misma moneda", y una tercera tercia porque se lo cuente a la novia y ella le deje a él.
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