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FERIA DE ALCALÁ DE HENARES

El presidente provoca un escándalo

El máximo responsable del tremendo bochinche que se organizó durante la parodia de lidia del cuarto toro fue el presidente, Félix Cortaza, por haberlo mantenido de forma antirreglamentaria en el ruedo. Lo de mantenido es un decir, pues el pobre animalejo se acamaba, de continuo, mientras rugía la marabunta en los tendidos ante semejante injusticia, presenciada por el ministro de Justicia, Enrique Múgica, desde una barrera.Aquello era una pantomima ridícula, la antítesis de lo que debe ser la fiesta. Para todos, excepto para uno, precisamente el que debe velar porque eso no suceda. Tiene guasa. Por suerte, ninguno de los cientos de botes de cerveza, bocadillos, botas de vino y múltiples objetos que lanzaron con iracundia parte de los espectadores alcanzaron a los toreros. Curro pedía tranquilidad mientras toreaba de salón, lo que provocaba más iras del cotarro con nuevos lanzamientos.

Moura / Vázquez, Espartaco, Lozano

Toros de Joâo Moura, bien presentados, sospechosos de pitones, invalidísimos. Curro Vázquez: media perpendicular (dos orejas); estocada caída (ovación y saludos). Espartaco: media desprendida (división); estocada caída (dos orejas). Fernando Lozano: dos pinchazos y bajonazo (silencio); estocada (oreja). Plaza de Alcalá de Henares, 31 de agosto. Segunda corrida de feria. Lleno

Ese bicorne fue el más inválido y el que más protestas despertó de toda la reata que saltó a la arena, como casi siempre que actúan las figuras en general, y Espartaco en particular. El primer enemiguillo del de Espartinas provocó, por la misma causa, un escándalo de menores dimensiones y éste tuvo que abreviar, tras lo que le silbaban los espectadores de sol y le ovacionaban con fuerza los de sombra. El quinto sólo se caía cada seis u ocho mantazos y Espartaco tiró de repertorio populista y bufo.

Entre este destoreo y la lastimosa imagen del bichillo parecía que había resucitado, taurinamente, El Cordobés, lo que no impidió al usía demostrar su flojera de pañuelo blanco para otorgar orejas, ya que el verde se le había olvidado. De esta flojera se valió también Lozano, premiado con sólo un trofeo -lo que es un demérito en este coso- por su labor encimista y de fruslerías táuricas al último. En el tercero ni de eso fue capaz.

Como era lógico, lo más artístico correspondió a Curro Vákquez en el que abrió plaza. Le aplicó deleitosas verónicas y con el señuelo escarlata, tras darle distancia y terrenos adecuados, crepitó su arte en series de armoniosos redondos y naturales, que cerró con vistosas trincherillas y adornos por la cara.

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