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La salvación del oso pardo enfrenta al Gobierno francés con las autoridades de los Pirineos

Los servicios nacionales franceses de protección de la naturaleza se han enfrentado con las autoridades locales de los Pirineos franceses, así como con los cazadores de la región, tras más de un año de negociaciones sobre los métodos a emplear para salvar al oso pardo. Según el Secretariado de Estado francés para el Medio Ambiente, no más de 13 Ursus arctus sobreviven en los valles de Ossau y de Aspe a la creciente actividad humana que se desarrolla en las 50.000 hectáreas tranquilas que necesitarían para vivir. Los 60 osos pardos que vivían en 1957 en los Pirineos franceses se redujeron en 1972 a 25. En España, oficialmente extinguidos en los Pirineos, sobreviven en la cordillera cantábrica, fundamentalmente en Asturias.Salvo raras excepciones, tanto en París como en las 18 comunas del suroeste francés donde se encuentran los bosques habitados por el plantígrado, todo el mundo está de acuerdo: hay que evitar su desaparición. Los dos bandos en que se han dividido los protectores de este comedor de miel, muguete y, a veces, animales, están separados por muchos malentendidos y muchas susceptibilidades heridas, pero también por no más de 3.000 hectáreas, sobre cuyo destino no se ponen de acuerdo.

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Un plan asturiano en defensa de la especie

En 1957 se prohibió casi por completo en Francia la caza del oso y, en 1972, de manera tajante. Desde entonces, la ruidosa actividad humana es el principal enemigo de estos muertos vivientes", como les calificó hace tres años el experto norteamericano Christopher Servrheen. Tímidos, solitarios y libres como son, los osos pardos no han conseguido adaptarse a la música de fondo de la civilización, y soportan mal los ladridos de la caza al jabalí, los zumbidos de las sierras eléctricas empleadas en las explotaciones forestales, los rugidos de las motos y de los vehículos todo terreno que cruzan sus valles y el deambular turístico, desde el esquí de fondo a las carcajadas de un simple paseo, que pueden perturbar seriamente el silencio para el que fueron programados sus cromosomas.

Tras el fracaso de las últimas negociaciones, el secretario de Estado francés para el Medio Ambiente, Brice Lalonde, se ha visto obligado a proyectar desde París medidas autoritarias" y sumamente impopulares, como la de prohibir la caza del jabalí en 6.000 hectáreas (unas 3.000 más de las aceptadas por los cazadores), que sus expertos consideran "vitales" para la supervivencia del oso pardo en los Pirineos franceses y que se suman así a otras 6.000 ya protegidas.

Tranquilidad necesaria

El problema de la tranquilidad en las otras treinta y tantas mil hectáreas, que tampoco fueron incluidas en el parque nacional de los Pirineos creado en los años setenta, se resolverá más adelante. Mientras tanto, la calma que necesitarían los osos para vivir y reproducirse está convirtiéndose en algo casi imposible, tal y como están las cosas, entre quienes teóricamente quieren protegerlos.

Las medidas previstas por Lalonde en aplicación de la legislación vigente para las especies en vías de extinción, han molestado a los cazadores y habitantes de los Pirineos atlánticos. El presidente del recién creado Comité Intervalles para la Salvaguarda del Oso, André Fabre, que es también alcalde de Laruns y promotor turístico en la zona, asegura que en el Suroeste "estamos", dice, "por la protección del oso, porque no lo matamos". Pero si alguien consigue "exasperarle con el terna", como hizo un periodista de Le Monde, a Fabre se le puede escapar que "los diplodocos desaparecieron de la faz de la Tierra y nadie los echa en falta".

Desde la parte española, los estudios de la Agencia de Medio Ambiente del Principado de Asturias muestran que existe una cierta tasa de reproducción, aunque todavía insuficiente, para consolidar la especie.

La detección de nuevas parejas, algunas con crías, contribuye a devolver la esperanza de que el oso no desaparezca definitivamente de los montes de Asturias, como ya ocurrió en el Pirineo y otras zonas del país.

El Gobierno del Principado ha anunciado también su disposición a colaborar en cuantos intentos s e lleven a cabo para reimplantar la especie y ha hecho público que, para contribuir al plan de repoblación del Pirineo francés, está dispuesto a ceder temporalmente a las autoridades del país vecino a Tola y a Paca, las dos oseznas recuperadas con vida el año pasado después de que su madre, fuera abatida por dos furtivos, y que actualmente siguen bajo los cuidados,del Fondo Asturiano para la Protección del Animal Salvaje. Desde la Edad Media, los osos pardos se concentraron en zonas abruptas. En los siglos XVII y XVIII se rompió la comunicación de la especie entre las distintas zonas y en el XIX desapareció de Burgos, León,Galicia y parte de Cantabria. Este siglo, la especie se escindíó en dos en la cordillera cantábrica y desapareció en los Pirineos.

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