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GUERRA EN EL GOLFO

La guerra de los petroleros

El Golfo fue un infierno durante el conflicto entre el Irán de Jomeini y el Irak de Sadam Husein

J. F., La tensión que estos días se respira en las aguas del golfo Pérsico no es nueva. Esta estratégica zona fue un verdadero infierno durante la guerra que libraron durante ocho años el Irán de Jomeini y el Irak de Sadam Husein. Este conflicto estalló en septiembre de 1980 y Á poco después, Irán inutilizó las terminales iraquíes sobre el Golfo, tanto las ubicadas en la zona de Basora como la gran refinería de Abadán.

No obstante, la llamada guerra de los petroleros no se inició en sentido estricto hasta abril de 1984 cuando, tras varios ataques de las aviaciones iraní e iraquí contra una quincena de petroleros, ambos países declararon estas aguas zona de guerra.

Tras varias ofensivas iraquíes sobre la isla de Jarq, hubo que cerrar esta terminal petrolífera desde la que Irán exportaba el 90% del petróleo que le permitía mantener su revolución islámica y su guerra contra Irak. Los soldados del ayatolá Jomeini respondieron atacando a los petroleros que navegasen bajo pabellón de los países árabes ribereños que ayudaban económicamente a Irak, entre ellos Kuwait.

Repercusión en el mercado

El mercado del crudo comenzó a sentir las disminuciones de la oferta petrolífera. Las subidas del precio del barril alertaron a los países occidentales, que barruntaron una crisis de consecuencias similares a las de 1973 y 1979. A partir de entonces, el conflicto entró en una peligrosa fase de internacionalización. Estados Unidos y el Reino Unido reforzaron sus flotas en la conflictiva zona.

Los ataques a plataformas petrolíferas y los hundimientos de buques de diversos pabellones fueron moneda corriente en un conflicto que permanecía peligrosamente enquistado. El incidente del Stark, una fragata norteamericana alcanzada por error en mayo de 1987 por un misil iraquí Exocet (de fabricación francesa) incrementó la tensión en la zona.

La Resolución 598, adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de junio siguiente, que instaba a los países beligerantes a concluir un alto el fuego, no consiguió bajar la elevada temperatura del conflicto. En septiembre de ese mismo año, el mes más sangriento de la guerra de los petroleros, una flota europea se dirigió a la zona para auxiliar a los barcos norteamericanos en su misión de gendarmes de la libertad de navegación por alta mar. Pocos buques navegaban entonces por aguas del Golfo sin contar con escolta de guerra.

En esas mismas fechas, una cumbre de la Liga Árabe condenaba el recelo iraní hacia la decisión de las Naciones Unidas. A pesar de los esfuerzos diplomáticos, el golfo Pérsico continuó siendo el frente más belicoso del conflicto irano-iraquí. Tan sólo dos semanas antes del acuerdo de alto el fuego, alcanzado el 20 de agosto de 1988, lanchas conducidas por pasdaran (guardianes de la revolución iraní) ametrallaban en estas aguas a un petrolero noruego.

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