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Crítica:FESTIVAL DE SANTANDER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sonidos cántabros

Si el año pasado el pianista Guillermo González rindió homenaje a Ernesto Halffter desde su obra pianística, esta vez el inquieto artista tinerfeño ha estrenado en su recital de la sala Kostka el segundo encargo del 39º festival: la Fantasía número 1, de Nobel Sámano. Es muy de elogiar la actitud de José Luis Ocejo, director de los ciclos santanderinos, al atender a autores que por unas u otras razones no figuran entre los habituales.En este caso se trata de un músico de la tierra, nacido en Torrelavega en 1939, dotado de gran instinto, plural en su formación española e internacional y excelente pianista. Todo lo cual se advierte claramente en la Fantasía escuchada ahora, uno de los más bellos intentos de hacer música cántabra sin servilismo al color o al dato. Sámano, conocedor de las diversas tendencias históricas y actuales, sitúa su manera entre el impresionismo y el denominado folclorismo ima ginativo, siempre vistos a través de una óptica personal. Y, como preconizara Falla, trabaja su página con detallismo minucioso para que los resultados se parezcan lo más posible a una improvisación. El éxito fue tan grande como merecen la obra y la espléndida versión.

González hizo primores de concepto, expresividad y comunicación en el Preludio, diferencias y toccata sobre un tema de Albéniz (el de El puerto), escritos por el sevillano Manuel Castillo en 1960, y expuso con gracia, sosiego y elegancia tres números de Iberia. Antes, el poético y quebradizo Schubert de los Cuatro impromptos de 935 sentó las bases de una lección musical hondamente sensible, que en Guillermo González se aúna a un interés muy vivo por la música de su tiempo.

Voces lejanas

Junto a sus manifestaciones en la capital, el Festival santanderino se desparrama cada año por ciudades y lugares históricos de toda Cantabria. Un alto en los conciertos de la Porticada, invitaba el sábado al breve viaje a Cóbreces para escuchar los sonidos lejanos del canto gregoriano y el mozárabe o hispano-visigótico a la Schola Antiqua de Madrid, 15 voces preparadas y dirigidas por Laurentino Sáenz de Buruaga.

La abadía cisterciense de Cóbreces es una construcción neogótica del siglo pasado, pero posee dimensiones y acústica muy favorables al mensaje de las voces humanas, expuesto con pureza y emoción.

A la serenidad del gregoriano siguió la austeridad del mozárabe y de su continuación reformada en el Códice Calixtino y al fin la incipiente y estremecedora polifonía del Libro de las Huelgas. Estas músicas valen por experiencias distintas como fantasmas de diversos tramos de la historia que cobran vigencia nueva en los oídos y la sensibilidad actual. Sáenz de Buruaga y sus escolanos las hacen de la única manera posible: a partir del estudio y, sobre todo, de largas vivencias ético-estéticas.

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