La sombra del 'supercomisario' Conesa
Antonio Cubillo, de vuelta a Canarias, denunció en enero de 1986 a José Luis Espinosa Pardo en el Juzgado número 4 de Santa Cruz de Tenerife. El pintoresco agente había sido descubierto en las islas por la gente del independentista y éste quiso "prevenir antes que curar". Cubillo había relacionado a Espinosa con su atentado nada más producirse éste a través de una foto familiar que tuvo que pedir a un amigo en Venezuela. Cubillo cree que Espinosa intentó secuestrarle en octubre de 1977, cuando le ofreció en la capital argelina un barco para su organización a cambio de 1.500.000 pesetas. En esa época, una simpatizante de su organización, que sospechó, le hizo la foto a Espinosa que sirvió de pista a la policía de Argel. El retorno de los agresores a España y, casi simultáneamente, el de Cubillo obligó a reabrir el caso. La denuncia del nacionalista canario fue el principio del fin del hombre de Conesa. "Cubillo me pidió protección policial porque temía un nuevo atentado en la isla y se la dimos", declaró Eligio Hernández, delegado del Gobierno en aquel momento. Él y el actual embajador en Venezuela, Alberto de Armas, desempeñaron un papel importante para hacer posible el regreso a las islas de Cubillo.Espinosa era un viejo conocido de los argelinos. Su padre, un exiliado republicano, le dejó en Argel una carpintería como herencia. Desde los años sesenta entraba y salía en el país con nombres supuestos (Gustavo y Alfredo, entre otros). Espinosa, natural de Torreagüera, pedanía de Murcia, era conocido entre sus vecinos como José Luis el policía. En Argelia fue rebautizado con otro mote: el Chulo de Bab el Oued.
A sus 63 años ha hecho de casi todo antes de ingresar en la cárcel, donde se encuentra ahora: carpintero, espía, miembro del Partido Comunista de España Marxista-Leninista, militante del PSOE y del FRAP y secretario general de UGT en Murcia. Era, en realidad, un infiltrado, porque, según se ha sabido después, trabajaba para los servicios secretos de la policía. Concretamente, para el comisario general de Información, Roberto Conesa. En su condición de sindicalista se le abrieron las puertas del FLN y de la UGT argelina, antes del atentado, de la mano del entonces delegado del PSOE en Argel, Enrique Ballester Gallego, según asegura Cubillo. Espinosa fue condenado a pena de muerte en Argel tras el atentado a Cubillo y se le juzgó en rebelión al no estar presente; pero en España no ha sido tenido en cuenta este fallo del tribunal, al estar rodeado de irregularidades.
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