Emilio Muñoz resucita el pase natural
Emilio Muñoz labró un monumento al pase natural en la plaza de la Merced. Fue en el cuarto toro, seguramente el de mayor pujanza de la corrida. Recreaba Muñoz este pase fundamental con arreglo a las reglas más rancias del arte de torear: las de Pepe Hillo, o las de Paquiro. Es obvio que aquellos diestros no toreaban con la perfección que lo hizo Muñoz en el ruedo onubense, pero sí establecieron la teoría, y después Belmonte y los de su escuela lograron llevar esta teoría a la práctica.Si además de esa perfección técnica, todo ello se adoba con el sentimiento y un especial aroma, el resultado no puede ser sino una obra de arte.
A su primero también lo toreó muy bien, aunque la faena fue más desigual. No se acopló con su enemigo por el lado derecho. Sin embargo dio tres o cuatro naturales espléndidos, y la faena tuvo la virtud de la variedad. Salirse del redondo y el natural para desarrollar la rica gama de suertes con la muleta: el molinete con la izquierda, de corte muy belmontino.
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P. Domecq / Muñoz, Espartaco, Litri Cinco toros de Juan Pedro Domecq, de aceptable presentación blandos y nobles, y, 2º, de Cayetano Muñoz, terciado. Emilio Muñoz: estocada caída, con derrame (oreja); estocada (dos orejas). Espartaco: estocada (oreja); media lagartijera (dos orejas). Litri: pinchazo hondo y media (ovación); estocada caída (dos orejas). Los tres espadas y el ganadero salieron a hombros. al finalizar el festejo. Plaza de la Merced, 3 de agosto. Tercera corrida de feria. Se puso el cartel de "no hay billetes".
No en balde Muñoz es trianero y siguió con un afarolado, un trincherazo, ayudados por alto y por bajo y otros pases. Pero por encima de toda esa actuación verdaderamente inspirada, quedará en el aire del ruedo de la Merced la verdad, la autenticidad del pase natural.
El segundo toro de la tarde era un inválido y el presidente no tuvo más remedio que acceder a la petición popular de cambiarlo, aun después de haberlo picado. El sobrero de Cayetano Muñoz no fue bravo, pero por mor de la técnica de Espartaco, se tuvo que tragar los muletazos.
En el quinto la faena fue más larga, y Espartaco toreó al natural un tanto despegado en la primera serie, y fue avanzando en el sometimiento de su enemigo, fundamentalmente con la mano derecha.
Lítri toreó mejor a su primero, en el que no cortó orejas, que en el segundo, al que se las cortó por partida doble. Tuvieron mucho más temple los naturales M tercer toro que los trapazos que le dio al último, en el que intentó el litrazo, pero el toro no era pronto y no se prestaba. En ambos resultó revolcado, afortunadamente sin consecuencias. Tras el primer testarazo, sin ni siquiera mirarse, tiró los trastos y se hincó de rodillas. Con algunos de esos gestos, seguramente que más de una de sus paisanas se desmayó.
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