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Tribuna
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Una situación confusa

Resulta diricil entender los detonantes del mal llamado intento de golpe de Estado en Trinidad y Tobago. El Caribe anglófono siempre se ha caracterizado por su tranquilidad democrática. Aunque en muchas de las isdas la situación económica es dramática y a pesar de las tensiones y conflictos sociales que en ellas reinan y que en otras regiones del globo a menudo causan sublevaciones e intervenciones militares, las islas siempre han preferido esperar las urnas cada cinco años para expresar su descontento.¿Cómo interpretar esa irrupción, por parte de un grupo de musulmanes negros, en el congreso de los diputados y el secuestro del primer ministro y otros miembros de su Gabinete? El hecho de que los agresores sean musulmanes negros con posibles vínculos internacionales ha inducido a muchos a pensar en intereses internacionales.

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No creo que a ningún organismo internacional le interese tanto Trinidad y Tobago aunque me queda la duda sobre por qué el grupo haya optado por este tipo de acción. También es sorprendente la facilidad con la cual ha podido llevarlo a cabo, por lo menos la primera parte de la operación. Creo que la clave está en dos cosas: la figura del líder del grupo, Abu Bakr, y la grave situación económica y social del país. Bakr es, cuando menos, una figura muy enigmática. De él se sabe, objetivamente, que es ex policía, convertido a la fe de los musulmanes negros desde hace 15 años y jefe del grupo que él mismo ha fundado. De sus actividades y preocupaciones en nombre de dicho grupo hay muchos rumores, además de especulaciones sobre su implicación en asuntos no muy claros.

Un personaje oscuro

Se autodefine como defensor del pobre y del oprimido. Tiene formada su propia comuna, sede del grupo, situada en un inmenso complejo cerca de Puerto España, donde viven sus seguidores. Por esta comuna ha tenido roces con las autoridades. últimamente, le han investigado ante la sospecha de que, aparte de la obra benéfica, el complejo también sirve como almacén de armas recibidas ílegalmente desde el extranjero y como centro de reclutamiento de un ejército privado, compuesto de muchos delincuentes y jóvenes fuera de la ley. También se le acusa de ocupar ilegalmente los terrenos donde se encuentra la comuna. No se sabe exactamente cuántos musulmanes negros hay en la comuna ni cuántos reclutas hay en su ejército.

Como principal motivo de su acción, el propio Bakr ha aludido a la insoportable situación del país, a la corrupción e ineptitud del Gobierno, y a su incapacidad de corregir los males que está sufriendo. Yo no creo tanto en la nobleza de sus intenciones.

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No cabe duda de que el Gobierno de Robinson es muy impopular y de que hay un nivel de descontento en el país que se nota nada más llegar allí. A lo mejor Bakr esperaba provocar una sublevación popular contra el Gobierno, o contra Robinson. De paso, además de favorecer su imagen de defensor del pobre, de hombre capaz de iniciar la salvación de su país de una situación caótica, ajustaba sus cuentas pendientes con las autoridades gubernamentales que se han empeñado en investigar sus actividades ilegales.

Bakr ha dicho desde el primer momento que sólo quería que Robinson dimitiera y que el viceprimer ministro ocupara su puesto. Él mismo ha sido durante mucho tiempo una especie de intocable, un ex policía sumamente poderoso que tiene, lo que se llama en Trinidad, muchos contactos.

Se habla mucho de todo tipo de pactos que ha hecho con políticos y dirigentes de todos los colores, incluso con miembros del Gobierno actual, antes y después de acceder al poder. Parece extraño que se le acuse ahora, tanto tiempo después de establecerse la comuna, de ocupar ilegalmente terrenos que pertenecen al Gobierno. A lo mejor, en su momento, a las autoridades les parecía bien que se estableciera allí y ahora, por el motivo que sea, han decidido desalojarle. En otras palabras, a lo mejor se trata sencillamente del incumplimiento de algún pacto.

También es significativa la postura confusa del Gobierno hasta el momento de la liberación de Robinson. Mientras el mismo Robinson decía que estaba dispuesto a dimitir y que había que ceder a las exigencias del grupo, otras fuentes gubernamentales decían que no. Tampoco hay que olvidar que Bakr ha señalado al hombre que quiere que dirija al país hasta los comícios. Me huele muy mal todo eso.

No quiero pensar que en mi pequeño país tranquilo, de la noche a la mañana, un hombre con unos cuantos centenares de seguidores armados sea capaz de irrumpír en el Parlamento, suspender todo el proceso democrático y empezar a dictar quién tiene que mandar y durante cuánto tiempo. Pero ha ocurrido. Y me temo que sea porque ese hombre es consciente del poder que puede ejercer sobre ciertos políticos influyentes cuyas manos no están del todo limpias.

Owen Tbompson es periodista de Trinidad y Tobago y reside en España.

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