Pecado de omisión
Hubiera podido ser una escena de una película. "Un portero prohíbe la entrada a un establecimiento a varias personas de color", pero lo triste es que no fue una fantasía del celuloide, sino algo real.Estaba con mis amigos en un disco-pub de Madrid cuando entró un numeroso grupo de color. Al principio sentí sorpresa, pero continuamos charlando y lo tomamos como algo natural. No debió de ser tan normal para los dueños del local, que debieron de creer que podía peligrar su clientela, así que optaron por impedir el paso a un par de amigos del grupo de color. Los motivos eran evidentes; ante esta situacÍón, llamaron a sus compañeros y se marcharon.
A pesar de todo quedaron un par de chicos negros al estilo Milli Vanilli, pero éstos no tienen problemas, dan un cierto aire de modernidad y esnobismo, y eso gusta.
Lo que acababa de presenciar me pareció racista e inhumano, pero no dije nada. Ni siquiera me quejé o pedí explicaciones. El pecado de omisión es quizá la falta más grave y más frecuente de nuestra época. Por eso esta carta es casi como un acto de contrición.
Creo que igualdad y solidaridad son palabras huecas cuando se quedan exclusivamente fuera de nuestra frontera y no repercuten en nuestro comportamiento y actitudes diarias. No hace mucho tiempo hubo una manifestación que dijo: "Inmigrantes y españoles: amigos, no rivales". Ojalá que no se convierta únicamente en una de esas frases que solamente pasan de largo.-
Madrid.
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