_
_
_
_
_

Condones con sabor a menta

Un inmenso tapiz formado por retales de flores y suaves colores se mueve suavemente por el viento cada vez que se abren las puertas del vestíbulo principal del aeropuerto de San Francisco. Sobre él, frases en memoria de un amor perdido; fechas y nombres que recuerdan remotamente las inscripciones de una lápida.Esta imagen recibe a los viajeros y demuestra la peculiar relación que ha desarrollado esta ciudad con el sida. Las "mantas", cosidas por los compañeros y amigos para mantener vivo el recuerdo de aquellos que el síndrome se ha llevado, se han convertido en un símbolo. Adornan los balcones principales del Ayuntamiento junto a la bandera de la ciudad, y te asaltan al doblar cualquier esquina. Se las puede ver también en los hoteles y formando parte de los escaparates de grandes almacenes y tiendas de moda.

Más información
San Francisco, una ciudad contra el sida

Tranvías anuncio

Recordemos San Francisco como un modelo para el cuidado de los enfermos y representa uan esperanza para el futuro. Ustedes nos han demostrado que es posible movilizar a la sociedad", dijo Lars Olof Kallings, presidente de la Sociedad Internacional sobre el sida en la pasada conferencia internacional de San Francisco.

El sida tiene una presencia tan fuerte, que otro de los símbolos de San Francisco, los tranvías, se encaraman a las colinas y descienden después, hasta el puerto mostrando sobre ambos costados un gran anuncio de condones. Las bonanzas de este producto como barrera que impide la propagación del síndrome de inmunodeficiencia adquirida son ampliamente conocidas por la población.

Las características de los condones, texturas, colores y sabores (los hay comercializados de fresa y menta) forman parte de las conversaciones cotidianas. Por ello, nadie siente embarazo al preguntar a un posible amante si está convenientemente provisto de ellos. Tras más de 6.000 muertos en apenas diez años, muy pocos en la comunidad homosexual-bisexual de San Francisco (cifrada en casi 200.000 personas) se atreven a afrontar una aventura amorosa sin esa necesaria precaución.

Perros y gatos

Todas las necesidades cotidianas de los infectados por el virus del sida son tenidas en cuenta. Y así, en el corazón del "Castro" -el barrio gay-, un grupo de voluntarios que cuida los animales domésticos de los enfermos ofrece sus servicios desde un cartel pegado sobre la ventana de un restaurante.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_