Montserrat Caballé y otros siete espectadores, heridos al desplomarse una tribuna en el anfiteatro de Mérida

La soprano Montserrat Caballé y otras siete personas, entre ellas su marido, Bernabé Martí, y un hijo de ambos, resultaron heridas leves en un accidente ocurrido en la madrugada de ayer al desplomarse la tribuna desde la que asistían al estreno del ballet Romeo y Julieta en el anfiteatro romano de Mérida. La cantante, que sufrió contusiones sin importancia, fue atendida en su hotel, y el resto de los heridos, en la residencia sanitaria de Mérida, donde ayer fueron dados de alta. El accidente se produjo al final de la obra, cuando una plancha de cuatro metros cuadrados, parte de una plataforma, cedió y cayó al foso con sus ocupantes desde dos metros de altura. El hermano de la cantante, Carlos Caballé, llamó "asesino" al director del festival, Manuel Canseco.

Canseco informó ayer de que la familia. Caballé ha presentado una denuncia por el accidente, y restó importancia a los insultos y al intento de agresión que sufrió por parte del hermano y apoderado de la cantante.Montserrat Caballé se dañó levemente la muñeca y la pierna derecha y pudo salir por su propio pie. Su marido y su hijo sufrieron contusiones lumbares, además de una herida en la nariz, el primero, y un esguince en un tobillo, el segundo. Instantes después del accidente, muy alterada, la soprano pidió responsabilidades por lo ocurrido.

La empresa Ingetubo, que montó el escenario y la plataforma del público, se ha responsabilizado del accidente. Según el director-gerente de Ingetubo, Lucio Bernal, el origen del accidente fue "una viga mal colocada" que servía de base a los paneles que se desplomaron. Esta viga, según Bernal, se encontraba desplazada un centímetro de la posición que debía ocupar, si bien indicó que no sabía las razones que habrían podido causar el desplazamiento.

El tenor José Carreras se encontraba cerca de la cantante, pero no llegó a caer, e incluso, informa la agencia Efe, pudo agarrar a una mujer que estuvo a punto de precipitarse al foso.

Los 3.000 espectadores que se apiñaban en el Anfiteatro Romano, pasado el primer momento de desconcierto y pánico, continuaron tributando en pie una larguísima ovación al centenar largo de intérpretes, que habían participado en la representación.