Los viajeros del tiempo
Millennium
Reino Unido-EE UU, 1989. Dirección: Michael Anderson. Intérpretes: Kris Kristofferson, Cheryl Ladd y Daniel J. Travanti. Estreno: cines Azul, Proyecciones, Parquesur.
La industria cinematográfica internacional parece incapaz de ocuparse del género de la ficción científica abandonando los decorados descomunales y los efectos especiales espectaculares, sin los cuales, al parecer, cualquier historia podría parecer vacía o desprovista de fuerza. Lo malo de esta actitud -que se alimenta de la desconfianza honda hacia el vigor de los relatos- es que los trucos e inventos visuales acaban teniendo, consecuentemente, más importancia aún que los mismos personajes y acciones, lo que acaba lastrando las posibilidades más interesantes de bastantes proyectos. Millennium no es una excepción a la regla, sino todo lo contrario; el veterano realizador Michael Anderson ha intentado dotar a su intriga de una fuerza especial, pero el acento está puesto en la reconstrucción brillante de los escenarios, para que el espectador no se pierda en los vericuetos conceptuales de los viajes en el tiempo, acentuando, en cambio, las apariencias más triviales y previsibles de la trama.La película pretende conjugar un clima de humor y sátira social muy suave con las aventuras y la acción incesante, sin olvidar los hallazgos que nacen del contraste entre el presente y el futuro. Pero Anderson no es Ridley Scott ni Millennium puede compararse con Blade runner, por citarse un director y una película con la que ésta mantiene claras resonancias. La mezcla de géneros -catástrofes, policiaco, ficción científica... - asegura a este filme un cierto arraigo en la cartelera, por supuesto, pero no garantiza al ciento por ciento su eficacia cinematográfica.
La dificil historia de amor a ambas orillas del tiempo hubiera podido ser una buena Ocasión para ahondar con sutileza en dos culturas muy distintas, pero el lirismo y la hondura de una relación semejante no llegan a aparecer en ningún momento, y en su lugar encontramos una evocación argumental previsible y reiterativa, que sólo funciona a ratos dentro de una línea narrativa adecuada. Si el espectador prefiere, por encima de todo, las películas artesanales y ajustadas a un mecanismo industrial probado y sin fisuras, Millennium es la elección acertada; si, por el contrario, desea encontrar una construcción imaginativa y audaz sobre las complejas relaciones que se pueden establecer entre nuestro mundo y el del porvenir, deberá esperar otra ocasión cinematográfica más apropiada.
Babelia
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