Ligeti monográfico
No vino Gyorgy Ligeti, como estaba anunciado, para comentar su obra par, plano ofrecida por Loulse Sibourd. Ligeti (1923) es sin duda uno de los protagonistas de la música contemporánea, y aunque su visita no estaba apoyada en la audición de ninguna de sus grandes partituras orquestales, las más significativas de su ya larga invención, habría sido positivo tenerle entre nosotros y que los seguidores del curso Manuel de Falla que dirige Antonio Martín Moreno hubiesen podido escuchar sus puntos de vista para confrontarlos con lo que hacen y piensan los jóvenes autores de hoy.En sus creaciones, como en las de la generación anterior, son muchas las huellas ligetianas, unas veces por la autenticidad con que practica un atematismo casi sustituido por una serie de combinaciones métrico-rítmicas; otras, por su asimilación de fenómenos musicales procedentes de culturas extraeuropeas, y otras, en fin, por la firme voluntad de no repetir nunca lo ya hecho.
Al mismo tiempo, Ligeti se internó en los mundos tecnicocientíficos más a través de su pensamiento que de los procedimientos. Esto por no aludir a lo más divulgado de su práctica musical: la nueva polifonía, que el propio compositor dice que está hecha "de una red de voces rítmicas y métricamente complejas, y, al mismo tiempo, de una armonía transparente y consonante que no pretende restablecer la vieja tonalidad".
Como antes Berio, Nono y Boulez, la visita de Ligeti habría ampliado el contacto directo entre los ya clásicos del siglo XX y el medio musical granadino. Nos conformamos, pues, con una hora de música pianística de Ligeti, bien defendida en las interpretaciones de Loulse Sibourd en un programa que desde la Música riservala ( 195 1-1953) pasaba por los importantes Seis estudios (1985) para desembocar en otros Dos estudios más recientes, de 1988 y 1989.
Trío de ases
Lleno absoluto en las dos salas del Auditorio Manuel de Falla para escuchar un programa Beethoven a la Orquesta de Cámara inglesa dirigida por Edmon Colomer, el feliz impulsor de la Joven Orquesta Nacional, pero no sólo eso, también un músico bien preparado y un director de mérito. Su colaboración en el triple concierto bastaría para apreciar esos y otros muchos valores, y resultó fundamental para que ese trío de ases que es el de Barcelona evidenciara su categoría excepcional. El violinista Gerard Claret, su hermano el violonchelista Lluís y el pianista Giménez Attenelle -andorranos los primeros, barcelonés el último- sentaron cátedra al tocar, tanta fue la unidad de estilo.
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