Severa réplica
Las afirmaciones de Roberto González a propósito de Julián Besteiro (EL PAÍS del 12 de junio de 1990) merecen una severa réplica, puesto que. ni Julián Besteiro intervino en el golpe militar del coronel Casado, ni tampoco intervino en las conversaciones mantenidas entre casadistas y franquistas en Burgos.Julián Besteiro se limitó a apoyar moralmente cualquier posibilidad de concordia fiel a la trayectoria que había mantenido a lo largo de toda la guerra incivil, puesto que, a fin de cuentas, incivil fue aquello. Es posible que, en aquellos confusos días, algunas de sus manifestaciones públicas pudieran considerarse levemente desbordadas, pero conviene tener en cuenta que intentaba defender a un ejército vencido y sin ninguna posibilidad. Es cierto que el grupo de ejércitos del centro, mandados por Miaja, sumaba importantes contingentes, pero no es menos cierto que se carecía de alimentos, munición y gasolina; que la moral andaba por los suelos; que las deserciones a retaguardia eran constantes, sobre todo entre: los movilizados de 40-45 años, y que las únicas fuerzas de cheque eficaces eran el cuarto cuerpo, del Ejército de Cipriano Mera, y el batallón disciplinario número 6, refiriéndome, por supuesto, al frente de Madrid y sus inmediaciones. Es decir, poco o nada, frente al poderoso enemigo. Lógico es -repetiré- disculparle alguna leve concesión.
Quiero recordar también que Julián Besteiro tuvo la gallardía y el arrojo de no huir. Fue condenado a muerte -luego conmutada por 30 años- y murió en la prisión de Carmona. Su memoria ha sido respetada incluso por sus contrarios, y resulta inexplicable que un e combatiente del "ejército republicano" (yo lo llamaría sencillamente ejército popularactúe de tal manera.-
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