_
_
_
_

Condiciones para que no se lo lleve el viento

Pilar Bonet

Un programa de ayuda económica occidental masiva para la URSS exigirá, a la hora de ponerlo en práctica, abordar seriamente una compleja situación que no sólo es estructural y política, sino también psicológica y cultural, en la URSS.El prestigioso economista Guenadi Lisichkin, diputado del Congreso de la URSS y miembro de varias comisiones económicas parlamentarias, sintetizaba así ayer para EL PAÍS la situación existente.

1. A un occidental no puede producirle satisfacción que el dinero de sus impuestos vaya a parar a alguien que es pobre pese a tener tantas riquezas.

2. A un soviético no le gusta pensar en un plan de ayuda que sea una especie de "limosna que se echa a un mendigo a la puerta de una iglesia".

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

3. Para que occidentales y soviéticos queden satisfechos, la ayuda económica tiene que ser una "medida consciente" dada a los círculos empresariales para despertar a competidores listos y preparados.

4. El dinero no debe darse sólo al Estado soviético, que no se lo ha ganado. Hay que poner condiciones para vigilar la efectividad de las inversiones.

5. No hay que dar créditos a misterios o a empresas, sino a proyectos destinados a resolver problemas concretos que además tengan una orientación económica y no política. La agricultura, la producción de bienes de consumo y la ecología son tres campos recomendables.

6. Los proyectos deben ser de "ciclo corto" y con resultados rápidos, que sean visibles en el plazo de dos años y que permitan devolver los créditos a los acreedores. La agricultura es un terreno especialmente indicado para garantizar resultados rápidos.

7. El destinatario de los créditos debe ser elegido por concurso. La selección de los socios soviéticos debe hacerse con ayuda de expertos extranjeros.

8. Los beneficios deben destinarse en parte a devolver los créditos y en parte deben quedar a disposición de los socios soviéticos después de haber pagado impuestos. Los socios deben decidir cómo gastar los beneficios.

Si se cumplen todas estas condiciones, dice Lisichkin, los occidentales pueden tener la seguridad de que su dinero no se lo llevará el viento, los contribuyentes europeos no critícarán a sus Gobiernos por destinar sus impuestos a una ayuda ineficaz y los soviéticos no atenderán el resentimiento de ser tratados como "pobres a la puerta de una iglesia". La idea de un Plan Marshall para Europa del Este y para la URS S ha sido planteada en público por economistas soviéticos, entre ellos Nikolai Shmeliov. Stanislav Shatalin, miembro del consejo presidencial, ha reiterado que la URSS necesita la ayuda occidental.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_