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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Adaptabilidad y entendimiento

El Ballet del Gran Teatro de Ginebra ha tenido en sus casi 30 años de funcionamiento al menos ocho directores, jóvenes coreógrafos contemporáneos que le han dejado un extenso repertorio, algunos tan renombrados como Kylian, Ek, Van Dantzig y Óscar Araiz, que estuvo ocho años en la dirección y este último continúa como coreógrafo residente.Las tres obras mostradas en Madrid representan un poco la variedad impuesta por ellos y la adaptabilidad adquirida en la compañía, pues el conjunto sabe entenderse con los coreógrafos valiéndose de una técnica escueta pero funcional.

Nuevas generaciones

Ballet del Gran Teatro de Ginebra

Dirección, Gradimir Pankov. Tábula rasa (Ohad Naharin Arvo Pärt), Rhapsodie (O. Araiz Rachmaninov), Dream dances (J. Kylian / L. Berio). Centro Cultural de la Villa. Madrid, 20 de junio. Aforo, 80%. Entrada, 1.000 pesetas (menos 50%).

Del israelí Nazharin integrado en las nuevas generaciones que han asimilado la técnica clásica y la moderna para darles otro uso más físico, dentro del puro movimiento, bailaron Tábula rasa. Está construida con acciones en las que sólo Interviene la energía y el ritmo.En su construcción, Nazharin baraja distintos desarrollos de movimientos; basados a veces en los cambios de dinámica o de tensiones, que pueden producir se por una sensación auditiva, visual o de contacto, aunque esto no es riguroso y parece responder aquí más a una idea estética que investigadora, Nazharin usa líneas encorvadas y cuerpos relajados pero que rápidamente se alargan para esforzar la línea, también abunda en saltos ligeros y espirales de tronco, todo ello con momentos de buena composición espacial lo cual concluye en una obra curiosa que responde al espíritu contemporáneo de inspirar al espectador sin imponer un mensaje expresivo.

La Rhapsodia de Araiz marcó el cambio hacia lo teatral y temperamental con un vestuario de cabaret -años 60- alusivo a un tema de "sala de juego" que la coreografia no desarrolla; ésta parece desilvanada y más empeñada en llenarse en exceso de pasos técnicos que en buscar una unidad de estilo dentro de las múltiples referencias que maneja.

Por último llegó el éxi una deliciosa obra del checoslovaco Kylian compuesta sobre los FoIk songs de Luciano Berio y siguiendo su mismo espíritu. La alusión a temas folclóricos de diversos países es patente dentro de las 11 canciones, a pesar de que Kylian no se aparta para nada de sus movimientos de marca.

Las fluidas evoluciones despiden ternura, ingenuidad y picardía. Además dibujan con sabias pinceladas los caracteres particulares de cada una. Es una obra en la que el público queda enganchado si, como ocurrió en el Centro de la Villa, los bailarines saben mostrarse adecuados.

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