Ser comunista en la URSS empieza a ser un obstáculo
El PCUS está amenazado por la propia dinámica de las reformas de Gorbachov
La política de reformas de Mijail Gorbachov fue atacada ayer desde posiciones conservadoras y radicales en la conferencia de la organización del partido comunista en Moscú, un acontecimiento destinado a elaborar las posturas de la mayor organización comunista de la URSS con vistas al 28º Congreso del PCUS. Gorbachov, que debería haber asistido ayer a la conferencia, no lo hizo debido a un catarro, según la información oficial.
La presencia del presidente soviético en el encuentro donde se criticó su programa estaba prevista en su calidad de delegado de la representación moscovita al XXVIII Congreso del PCUS, junto al jefe del Gobierno, Nikolái Rizhkov, también delegado por Moscú, y el miembro del Consejo Presidencial Alexandr Yákovlev, entre otros miembros del Politburó.A medida que se acerca la fecha del congreso, previsto para el 2 de julio, éste se va configurando más como un elemento decisivo para la supervivencia misma del PCUS que como un suceso clave para solucionar los graves problemas del país. La constatación de que en la Unión Soviética se están produciendo procesos espontáneos a los que el partido llega demasiado tarde se repitió ayer en diversas intervenciones de los delegados participantes.
La organización de Moscú cuenta con 1.140.000 comunistas, y en los primeros cinco meses de este año ha perdido 15.000 militantes, según manifestó Yuri Prokófiev, primer secretario de la organización de Moscú. Se trata de una organización rica gracias a los 120 millones de rublos que recibe en concepto de cuotas y los casi 15 millones de rublos que dejan las actividades editoriales, pero los militantes de base no se benefician de ello.
Casi un 67% de los ingresos va a parar al presupuesto del Comité Central del PCUS, según datos de 1989 distribuidos ayer. La organización moscovita no sólo transfiere casi 55 millones de rublos al Comité Central, sino que destina 21,7 millones al mantenimiento de su propio aparato.
Los comunistas de Moscú están divididos en tres tendencias básicas: una centrista, expresada por la línea de su máximo dirigente, Yuri Prokofiev; otra radical, que se expresa en la Plataforma Democrática, y una tercera de carácter ortodoxo, constituida por la Plataforma Marxista.
Críticas
Nikolái Rizhkov, jefe del Gobierno y miembro del Politburó, soportaba ayer estoicamente, pasándose de vez en cuando las manos por el cabello, que la gestión de los dos órganos que él representa en la conferencia fuera criticada tanto desde la izquierda como desde la derecha.
Desde la izquierda se criticaban los privilegios de la clase dirigente comunista, la falta de control de los gastos del aparato, el programa económico y la subida de precios planteados por el Gobierno. Desde la derecha se reprochaba a la directiva la confusión ideológica, la falta de un concepto para algo que en un principio se llamó "la renovación del socialismo" y la crisis en que están sumidos los comunistas. El clima era de acoso. Una y otra vez, los oradores lamentaban el ambiente anticomunista que hoy reina en la URSS y trataban de desviar responsabilidades.
Los oradores tenían dificultades para situarse en la nueva perspectiva de pluripartidismo. Yuri Prokófiev señalaba que ser comunista es hoy un obstáculo para hacer carrera al servicio del Estado. Una delegada afirmaba que el partido se ha convertido en algo extraño a la clase obrera. Así es, si juzgamos por la lista de delegados que representan a Moscú al congreso.
De los 266 delegados elegidos, un 39% son funcionarios profesionales del partido, y un 21%, dirigentes de distintos rango; menos de un 7% son obreros y campesinos. Las proporciones, a escala de congreso, son tales que los responsables del evento han decidido restablecer de algún modo el equilibrio invitando a un contingente de 350 obreros, no delegados, para que participen en él.
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