La noche de las mujeres

La moderna música de David Byrne y un telón de finas rayas en verde, blanco y naranja, anunciaron que la cosa no iba por los cauces por los que la compañía andaba hasta ahora, pero, enseguida, In the future mostró cómo en el terreno de lorepetitivo, del juego mecánico e intrascendente de los cuerpos en el espacio, el Ballet de Ullate también irradia. Como líneas de color que parecen haber saltado del decorado para liberar sus vibraciones, seis parejas con maillot a dos colores salpican el escenario y se combinan geométricamente. Luego, un antológico paso a dos, que dibuja la proyección de la línea en el espacio con una diafanidad penetrante, deja paso al humor.

El holandés Van Manen, cuyo valor ya se había reconocido en los 5 tangos que estrenó la compañía el pasado año, ha tenido una vez más unos excelentes intérpretes para su amplitud creativa, corroborada en las dos nuevas piezas presentadas. Tanto en la simplísima idea coreográfica de In the future -tan hipotecada a una correcta ejecución-, como en el adagio Hamer Clavier, de Beethoven -que circula por un camino tan opuesto como es el de la emoción-, el ballet de Víctor Ullate sigue dando la imagen más definida, en cuanto a estilo, uniformidad y rigor, de todo el espectro de compañías españolas; incluso rebasa con creces el nivel de muchas extranjeras que se están viendo en Madrid y que disfrutan de unas condiciones de estabilidad que urge adoptar aquí. De otra manera, las distanciadas apariciones del ballet de Víctor Ullate seguirán soportando inmerecidamente una sobrecarga de responsabilidad.

En este caso se sacrificó parte del empuje que caracteriza a este joven grupo para asegurar la calidad y perfección de los movimientos, plenamente conseguida, a pesar de que la inclusión de varios chicos todavía en proceso de crecimiento (en todos los sentidos) hizo más patente que el peso específico lo llevan las mujeres. La sala se volcó en aplausos y reconoció en Igor Yebra y María Jiménez a sus mejores figuras.