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Una operación fallida del KGB provocó la caída del régimen checoslovaco

La revolución de terciopelo en Checoslovaquia, que en noviembre pasado derribó al régimen comunista de Milos Jakes y abrió las puertas a la democracia pluralista, fue el resultado no deseado de una operación de los servicios secretos soviéticos (KGB) cuyo objetivo era sustituir a la dirección inmovilista por comunistas reformistas más adictos a la línea política actual en el Kremlin, según el nuevo ministro del Gobierno checoslovaco, Karel Havlik.

La operación del KGB para derribar a Jakes y los indicios de que estos servicios participaron en la reconducción de la revolución rumana del 22 de diciembre para derrocar a Nicolae Ceausescu, evitando la disolución de los órganos comunistas, cuestionan el fin de la política de intromisión soviética en los asuntos internos de países aliados."No hay aún una confirmación oficial, pero todo indica que fue una operación soviética para aupar al poder a un sector reformista del partido comunista", declaró HavIik a EL PMS en Madrid, donde participó en una conferencia que bajo el lema de El fin del socialismo real organizó la Fundación Cánovas del Castillo.

HavIik, nombrado ministro sin cartera hace tres semanas, refuerza asi la tesis de una trama golpista contra el régimen del secretario general del PCCh, Milos Jakes. El ex jefe comunista de la capital, Miroslav Stepan, ha declarado al diario Lidove Noviny que "por supuesto que no negaría" que el 17 de noviembre se produjo un golpe de Estado.

El nuevo ministro de Información, miembro del Partido Popular, democristiano, manifestó que aquellos que organizaron la conspiración contra Jakes intentaban evitar el colapso total del régimen comunista. "No obstante, no contaron con la reacción del pueblo checoslovaco". La brutalidad de la represión de una manifestación el 17 de noviembre provocó la reacción popular.

La falsa noticia de la muerte de un manifestante hizo que se multiplicara el número de manifestantes en Praga y comenzaran las protestas fuera de la capital. Petr Uhl, hoy director de la agencia CTK, colaboró involuntariamente a difundir el falso rumor. El hecho de que Uhl no hubiera sido detenido en un momento de tal tensión y pudiera difundir el rumor gracias a sus contactos con la prensa extranjera y las emisoras occidentales en lengua checa reforzó los indicios de la existencia de una trama.

La represión extremadamente agresiva de la manifestación en la calle Nacional en Praga rompió con la actitud de violencia limitada de la policía.

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Según un informe de la comisión parlamentaria checoslovaca que investiga los sucesos en torno al 17 de noviembre, el general de la policía Alois Lorenc cenó aquel día con el jefe de la residentura del KGB en Praga, el general Grushko. La cena fue interrumpida varias veces por llamadas telefónicas para tratar sobre el desarrollo de la manifestación y sobre las tácticas antidisturbios a emplear. En la sede de la policía política checoslovaca (StB) había aquella noche un número inusual de agentes soviéticos.

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