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El poeta José Hierro recibe el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra

"La poesía me ha encontrado cuando ella ha querido", dice el galardonado

El poeta José Hierro obtuvo ayer el Premio Nacional de las Letras, dotado con cinco millones de pesetas y concedido por el Ministerio de Cultura, como colofón a la serie de premios nacionales y como homenaje a toda una trayectoria. Quedaron finalistas el novelista Juan García Hortelano y el ensayista José Ferrater Mora. José Hierro es autor de una obra no extensa, pero decisiva en la poesía española de posguerra, con títulos como Alegría, Cuanto sé de mí o Libro de las alucinaciones. Prepara un nuevo libro, Agenda. Aurora de Albornoz le definió en tiempos como "poeta testimonial entre el reportaje y la alucinación".

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"A ver si con todo esto no me van a dejar esta noche ver el combate de Poli", exclamó José Hierro cuando, nada más llegar al mediodía de ayer de Amsterdam de empaparse de la exposición Van Gogh, el director general del Libro y Bibliotecas, Juan Manuel Velasco, le comunicó la concesión del galardón.En pocas horas, la casa del poeta se convirtió en un mare mágnum de micrófonos, llamadas telefónicas y visitas de periodistas. El perro Coqui se enredaba en los cables de los equipos de televisión. José Hierro, whisky y cigarrillo en mano, controlaba no obstante la situación, auxiliado por su mujer e hija, Angeles ambas. "La verdad es que un premio así, a toda la vida, me deja sumido en la perplejidad, y se me llevan las dudas, porque considero que hay vidas más interesantes poéticamente hablando que la mía".

Nacido en Madrid en 1922 José Hierro se ha ganado siempre los garbanzos trabajando en Radio Nacional de España, Los eruditos le adscriben en sus comienzos al movimiento de poesía social, con autores como Blas de Otero, Gabriel Celaya o Eugenio de Nora. En 1947 obtuvo el Premio Adonais por Alegría. Entonces era un joven que me presentaba a un premio, y la sensación de recibirlo es diametralmente diferente a la de ahora: tenía toda la vida por delante Ahora sé lo complejo que es hacer una obra poética".

Tiene, no obstante, una visión conjunta de toda su producción "Todo autor contemporáneo, me parece, es autor de una obra completa. Lo que sucede es que siempre hay algo de frustración, porque nunca llega a escribirse el poema con que uno había soñado. Tengo la impresión de que cuanto he escrito es un mismo poema muy largo, que puede dividirse en secuencias, o como queramos llamarlo". En 1950 escribe Con las piedras, con el viento, y en 1953 gana el Premio Nacional de Literatura por Quinta del 42.Tras Estatuas yacentes (1954) obtiene en 1958 y 1965 el Premio de la Crítica, por Cuanto sé de mí y por Libro de las alucionaciones. "Desde entonces he publicado algunos libros de bibliófilo, de esos para gente fina", dice José Hierro. "En otoño voy a sacar un nuevo título, Agenda."

Aunque participa en múltiples coloquios y jurados, José Hierro no se prodiga escribiendo poemas. "SI fuese cierto aquello que Baudelaire decía de que la poesía, en el fondo, es cuestión de trabajo, él mismo tendría que haber escrito una obra extensísima. No es así, lo cual demuestra que la poesía no le visitaba de acuerdo con esa fórmula. A mí, por lo menos, la poesía se me ha presentado cuando ella ha querido".

José Hierro escribe en cambio mucho sobre arte. "Las gentes del Renacimiento", dice, "hacían poesía, arquitectura o pintura. Uno, desde luego, no es Miguel Ángel, pero me parece imprescindible manifestar lo que veo que sucede en la sociedad. Lo ideal sería que un poeta escribiese narrativa, y ensayo, y todo".

Consecuente con esa concepción humanista del mundo y de la creación artística, José Hierro ha cultivado toda la vida una dedicación al ejercicio físico, al aire libre de la sierra madrileña y al perfeccionismo de cocinar legendarias paellas. Nunca ha despreciado el alcohol. De ser cierto el proverbio de que cada uno tiene la cara que se merece, Hierro ha conseguido, a lo largo de los años, un cráneo ebúrneo propio de cómitre de trirreme romana, unos pómulos de jinete mogol y una musculatura nervuda que hubiese hecho carrera en las películas de Samuel Bronston.

"No soy de los poetas que componen en voz alta", reflexiona, "pero la verdad es que sí oigo por dentro el ritmo. Y también es cierto, como me señaló en tiempos Rafael de Balbín, que mi poesía tiene ritmo de andadura. Compongo a menudo caminando. Eso sí, mi andadura es diferente, por ejemplo, a la de Claudio Rodríguez: la suya es más endecasílaba".

Es un poeta tan enamorado de la poesía que no para de leerla. Conoce al dedillo a los autores españoles de hoy. Cita con gusto a Félix Grande, Francisco Brines, Claudio Rodríguez, Ángel García López, Antonio Hernández, Luis Antonio de Villena, Luisa Castro...

"El nivel poético actual de España no sólo es saludable, sino muy bueno", dice José Hierro. Cuando se habla de que en España no se hace caso a la poesía, es cierto para la lírica. La poesía dramática ha tenido mejor suerte. El problema quizá resida en que a los niños no se les enseña a leer poesía: entienden la trama, pero no aprenden a oír la auténtica música del poema".

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