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Apoteosis victorinista en el exilio

No hubo que esperar a la tercera corrida lidiada en esta feria por Victorino Martín para que fuese la vencida. Se mascaba la apoteosis del paleto de Galapagar en su voluntario exilio, y ya llegó en la segunda. A la corrida no le sobró la fuerza, se la picó poco y casi siempre mal, pero hubo cuatro toros (primero, segundo, quinto y sexto) con nobleza y bravura, dando espectáculo y emoción. Hasta consiguieron que diestros que no son precisamente artistas lo pareciesen.El quinto, bien armado, se comió el capote de salida, aunque entrando un poco rebrincado, y en el tercio de varas sólo recargó en una de las tres que recibió, e hizo sonar el estribo, pero en la muleta tuvo un pitón derecho de ensueño (si hace seis o siete años nos hubiesen dicho que era un Jandilla, nos lo hubiésemos creído), y además fue a más a lo largo del muleteo. El tercero manseó en varas, y luego, aunque con nervio, escarbó y tardeó. El cuarto fue el único que no tuvo movilidad, llegando con la embestida muy corta a la muleta.

Martín / Parada, Campuzano, Castillo

Toros de Victorino Martín, de gran presencia, bravos y nobles (vuelta al ruedo al quinto y salida a hombros del ganadero, con los tres espadas). José Luis Parada: oreja y silencio. Tomás Campuzano: oreja y dos orejas. Y Pedro Castillo: dos orejas y dos orejas.Arenas de Nimes, 31 de mayo. Quinta corrida de feria. Más de tres cuartos de entrada.

Ruiz Miguel, asesor

Los matadores, el ganadero y el público no tuvieron la culpa de que la apoteosis estuviese a punto de ser emborronada por la desgraciada actuación de Ruiz Miguel como asesor de la presidencia y responsable de la concesión de alguna oreja protestada (las de los toros primero y segundo), llegando incluso a la falta de respeto a la autoridad de coger él mismo los pañuelos y sacarlos al final del tercer toro.

Éste no parecía el momento para que Parada se enfrentase con los victorinos, pero el diestro se hizo el ánimo y estuvo muy digno, pasándose muy cerca a su tremendo primero, azuzado por las voces de la cuadrilla. El cuarto no era para hacerle florituras.

Tomás Campuzano dio muchos muletazos a su primero, sin especial relieve la mayoría de ellos, pero en el quinto vio muy bien el pitón derecho de Mentirosillo, y lo toreó con un temple y una lentitud no frecuentes en este diestro.

Pedro Castillo sorprendió gratamente ya en el tercero, con una faena que tuvo temple, ligazón, reciedumbre y valor, rematada de pinchazo precipitado y una desprendida. En el sexto la faena fue a mas y llegó a torear con la izquierda con la mano muy baja, despacio y consintiendo la embestida. Una gran estocada y se desbordó el entusiasmo. Los tres matadores y ese Victorino incorregible en criar el toro bravo que da espectáculo salieron a hombros.

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