Una triste paradoja

La oposición anunciada por la Oficina Federal de la Competencia de la República Federal de Alemania (RFA) contra la venta de Enasa a las multinacionales germanas MAN AG y Daimler Benz se ha producido justo un día después de que el ministro de Industria, Claudio Aranzadi, consiguiera cerrar un acuerdo previo con la CE para ajustar la operación al problema derivado de las ayudas que, por importe de 98.000 millones, ha recibido en los últimos años la empresa española.El optimismo que este acercamiento con Bruselas había producido inicialmente se ha visto enturbiado con el planteamiento del citado departamento alemán. Aunque el Gobierno español se muestra confiado en que la última palabra corresponde a la CE, la sucesión de los hechos no deja de implicar una triste paradoja por cuanto que es el país comprador el que actúa con mayor presión ante una operación que empieza a ser asumida por la propia Comunidad Europea.

En realidad, la relación que MAN y Daimler mantienen en el sector de la automoción no depende exclusivamente del papel que desempeña la compañía española dentro del concierto europeo, donde tan sólo absorbe un 0,5% de la cuota de mercado en el Viejo Continente.

Los dos grupos germanos llevan tiempo colaborando en distintos segmentos de este mismo negocio y el acuerdo para la compraventa de Enasa se ha formalizado con el compromiso de garantizar la estructura industrial de la compañía española, incluyendo también su propia red comercial y el mantenimiento de la marca Pegaso. Bajo estas premisas básicas, parece difícil que la Empresa Nacional de Autocamiones se erija por sí sola en el vértice donde confluyen los intereses de MAN y Daimler Benz en detrimento de la libre competencia dentro del mercado.