Espartaco les pudo a los 'victorinos '
Sobre el papel la expectación de esta corrida estuvo centrada en Victorino Martín, pero el público salió hablando de Espartaco, que estuvo hecho un tío. Y eso que el público nimeño, con el que el de Espartinas nunca había hecho muy buenas migas, estaba tratando con particular benevolencia a los toros de Victorino, probablemente deslumbrado por ese romanear, levantar en vilo y derribar en i el tercio de varas.Pero las ovaciones en el arrastre a todos los toros, menos al sexto, midieron por un mismo rasero al bueno, al menos bueno y hasta al peligroso segundo. En la muleta fue suave el cuarto, que, en cambio, había cantado la gallina en el tercio de varas, Por el contrario el tercero, espectacular ante los montados, lleg5 con problemas a la muleta. El resto, exceptuando el sexto, anduvo más que embistió, cortando el viaje y midiendo.
Martín / Vázquez, Muñoz, Espartaco
Seis toros de Victorino Martín, excelentemente presentados, espectaculares en varas y de juego desigual en la muleta, todos aplaudidos en el arrastre, menos el peligroso 6º Curro Vázquez:pitos; ovación. Emilio Muñoz: división; aplausos. Espartaco: oreja; ovación. Plaza de las Arenas de Nimes, 29 de mayo. Tercera corrida de feria. Casi lleno.
Curro Vázquez, sin despeinarse, no quiso complicarse la vida en el primero. En cambio, en el cuarto (con poca cara, como el tercero, para ser un victorino) estuvo muy torero al muletear con suavidad por ambas manos, consintiendo a una res que era suave pero no humillaba y se iba quedando corta en la embestida. Los pases de trinchera y los quiquiriquís fueron un prodigio de torería y buen gusto. Dos pinchazos y un estocada desprendida limitaron el premio a una ovación.
Mitinesco tercio
El segundo, después de propiciar un mitinesco tercio de banderillas, llegó a la muleta esperando o andando. Emilio Muñoz no pudo más que doblarse bien con él. Una corta tendida con derrame irritó a parte del público, muy sensible en Francia a estas cosas. En el quinto, reservón en la muleta, Muñoz consiguió excelentes y hondos muletazos, pero la faena no pudo tener continuidad porque el victorino fue claramente a menos. Lo liquidó de tres pinchazos, una baja y descabello.El tercero fue muy espectacular en varas y bravo en la muleta, aunque se cernía con cierto peligro. Espartaco lo lidió muy bien, y con la muleta empezó sobándolo y consiguió meterlo en el canasto, templándolo y mandándolo con ambas manos y logrando que el victorino viese sus defectos corregidos. La única lástima fue que no consumase la suerte suprema, porque con menos de media y un descabello bastó.
Con el sexto, la alimaña del encierro, se jugó la vida y no se cansó de estar en la cara del toro, justificándose plenamente aunque la faena no pudiese ser de relumbrón. Después de una estocada desprendida, recibió una muy fuerte ovación.
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