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La guerra guatemalteca condiciona su desarme

Juan Jesús Aznárez

Los tres principales comandantes de la guerrilla de Guatemala descartaron ayer un alto el fuego y una solución a corto plazo del conflicto armado en el país al advertir que una salida pacífica será consecuencia de "un proceso gradual" y de la aplicación previa de medidas políticas y reajustes en las estructuras de la nación centroamericana. Monseñor Quezada, principal mediador en las negociaciones que se celebran en España, expresó, sin embargo, su confianza en próximos y sustanciales avances.

El director general para Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores español, Yago Pico de Coaña, abrió, con una declaración de buenos deseos del Gobierno anfitrión, la primera ronda de, las conversaciones entre la coordinadora guerrillera Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), la Comisión Nacional de Reconciliación y los nueve principales partidos parlamentarios. Las sesiones, que se prolongarán hasta el jueves, cuentan con la presencia de un observador de las Naciones Unidas, Francesc Vendrell, y se desarrollan en el hotel Victoria de El Escorial (Madrid), discretamente vigilado por policías de paisano. Antes de comenzar las negociaciones, los partidos políticos subrayaron en un comunicado entregado a la prensa su confianza en que la reunión constituya "un paso serio" y en que los dirigentes de la URNG "manifiesten y hagan patente una real y definitiva voluntad" de superar las diferencias existentes para encontrar una fórmula de convivencia pacífica en Guatemala.

Marco democrático

El movimiento armado, por su parte, insistió en otra nota en la necesidad de preparar un marco democrático en un "clima de libertad" y advirtió que no admitirá presiones ni condicionamientos "de ningún tipo" durante el proceso de negociaciones.'Nos parece que todos los aquí presentes podemos contribuir a crear un clima favorable para desarrollar la vida nacional en ese contexto", agregaron.

Los nueve partidos y la Comisión mediadora comenzaron sus trabajos después de mantener contactos previos con los mandos militares y las fuerzas sociales que apoyan la actual apertura política, y con la esperanza de que la URNG modifique sus rígidos planteamientos y sus reiteradas demandas de "castigo a los culpables" y presente una propuesta viable en una nación donde las decisiones más importantes todavía pagan peaje en los cuarteles.

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