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ELECCIONES BAJO EL TERROR

El M-19 obtiene un récord de votos para la izquierda

Antonio Caño

, Bajaron de las montañas 800 guerrilleros, obtuvieron 146.000 votos en las elecciones legislativas de marzo pasado, y el domingo, 76 días después de haber abandonado las armas, el candidato presidencial del Movimiento 19 de Abril (M-19) alcanzó la cifra récord de 739.320 votos (el 12,65%) cuando iba escrutado el 93% de los sufragios.

Ese resultado supone el más alto alcanzado jamás por una organización de izquierda en Colombia y supera en casi medio millón de votos al máximo obtenido en 1986 por el candidato de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal, asesinado poco después.

Él candidato del M-19, Antonio Navarro, que levantó con éxito la bandera de la organización tras el asesinato de Carlos Pizarro, declaró que el resultado electo al demuestra que el antiguo grupo guerrillero se ha convertido en "el nuevo fenómeno político de la década". Navarro manifestó que, después de la permanente alternancia liberal-conservadora en el poder, el M- 19 se ha convertido en una clara opción de poder que aspira a llegar a la presidencia en 1994.

El presidente electo, César Gaviria, reconoció que "el respaldo que ha obtenido la candidatura de Navarro muestra a las claras las inmensas posibilidades del proceso de paz y el generoso pago del pueblo colombiano a quienes se acogen limpiamente a él". En un mensaje a la nación, el presidente Virgilio Barco resaltó "el valor y el compromiso del M-19 con la paz".

Su éxito electoral coloca, sin embargo, a Antonio Navarro más cerca del punto de mira de las pistolas asesinas. En la sede del M- 19, en la noche del domingo, algunos militantes se felicitaban íntimamente de que Navarro no hubiese llegado hasta la segunda posición ya que entonces no habría garantías para su vida.

Antonio Navarro, de 42 años de edad, es menos figura pero mucho más político que Carlos Pizarro. Es consciente de que dirige un colectivo atípico que se nutre de un caudal de juventud insatisfecha. Pero ha cometido el delito de humillar a las guerrillas izquierdistas atrapadas en sus propios fusiles y sus propias contradicciones- y a la rancia clase política colombiana.

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