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ECOLOGÍA

Un grupo de científicos pide a los gobiernos protección para 16 especies del Mediterráneo

La población de meros está disminuyendo con rapidez en el norte del Mediterráneo a causa de la pesca submarina. Las esponjas están enfermas desde 1986. Kilómetros de costa están siendo destruidos con martillos neumáticos para obtener dátiles marinos y después venderlos. Algunas especies de lapas tienden a desaparecer porque los bañistas ociosos las arrancan de las rocas para comérselas. Ante ello, dos centenares de científicos de países de la cuenca mediterránea, después de realizar un análisis de la situación, han decidido pedir a sus gobiernos protección para 16 especies en peligro.

En España, José Templado, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid, ha sido el encargado de enviar este mes un listado de recomendaciones a la secretaría del Medio Ambiente y a los organismos equivalentes de las comunidades autónomas bañadas por el Mediterráneo. Actúa en nombre de los científicos que se reunieron en noviembre pasado en Carry-Le-Rouet, cerca de Marsella, para analizar la situación. Tras dos días de debate, este grupo decidió pedir que fueran declaradas especies protegidas (prohibición de recogida, transporte y comercialización) una planta y ocho animales, y algunos tipos de protección menor para otros siete. A España le afectan nueve de las recomendaciones. María Teresa Ribera, del departamento de Botánica de la Universidad de Barcelona, considera que el medio marino está muy descuidado, en comparación con el terrestre, y precisa que la elección de esas especies no es al azar, pero "se podrían haber elegido otras' distintas". Lo importante, agrega, es llamar la atención sobre un problema real para que se tome conciencia de su existencia. Algunas veces es la explotación económica directa la que está causando daños irreparables. Es el caso del dátil -que está siendo diezmado, al tiempo que kilómetros de costa son arrasados por la utilización de martillos neumáticos- o del coral, sometido también a sobreexplotación mediante herramientas que los destrozan. Pero, entre las elegidas, son más las especies que están directamente amenazadas por el aparentemente inocuo deporte de la pesca submarina: para el mero se pide que se prohíba en España, Francia e Italia su captura con arpón durante 5 años ante la espectacular disminución de ejemplares que se aprecia en el Mediterráneo norte; para el corballo se pide la prohibición de que sean pescados ejemplares de menos de 30 centímetros; el nácar y el puercoespín marino se pretende que sean declaradas especies protegidas para acabar con la acción de los buceadores.

Acoso a la lapa

Para dos especies de lapas de tamaño grande, la ferrugínea y la negra, no sólo se ha solicitado la prohibición de recogida, transporte y comercialización, sino también de consumo, porque es la acción directa del bañista-consumidor la que las está poniendo en peligro. En los casos de la esponja de baño griega y la esponja común, que están siendo duramente castigadas desde 1986 por una enfermedad cuyo origen aún no ha sido determinado, se insta a los gobiernos a que adopten una norma española de principios de siglo: no coger ejemplares de tamaño inferior a 10 centímetros.Si en todas las especies animales la acción directa del hombre aparece como causa, inmediata de su recesión, el retroceso de los prados de posidonia, vitales para la vida de multitud de especies costeras, se relaciona directamente con la contaminación de las aguas del Mediterráneo. Para la posidonia, una de las pocas plantas marinas con flor, que forma esas mareas de mal llamadas algas, tan desagradables para los bañistas, también se ha pedido especial protección.

Leyes específicamente españolas protegen en la actualidad a la casi desaparecida foca monje -uno de cuyos escasos ejemplares es Peluso, protagonista hace un año de una espectacular acción de salvamento y cinco especies de tortugas. Para una de ellas, la tortuga boba los científicos reunidos en Francia decidieron solicitar además que se protejan las playas donde desovan, punto clave para su supervivencia.

Otra recomendación de los científicos es la creación de reservas de repoblación, un sistema que se ha demostrado eficaz para asegurar la reproducción de especies marinas. María Antonia Ribera pone el ejemplo de las islas Medas, en la Costa Brava, que como zona vedada a la pesca ha permitido la recuperación del mero en sus aguas. También cita la isla de Nueva Tabarca, en Alicante, donde la prohibición de pescar ha permitido un aumento de la pesca. "Al principio, los pescadores se opusieron a que fuera declarada reserva marina, pero ahora son sus principales vigilantes", precisa. "Incluso desde una perspectiva económica" agrega, las industrias turística y pesquera han de estar interesados en normas que protejan el medio ambiente si quiere garantizar su propio futuro".

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