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Baile de nombres para la sustitución de Vitez al frente de la Comédie Française

Los directores Patrice Chéreau y Jacques Nichet figuran entre los candidatos

El nombramiento del sustituto de Antoine Vitez al frente de la Comédie Française se producirá en muy breve plazo, según medios próximos al Ministerio de la Cultura francés. Actualmente asume las funciones de administrador general la sociétaire Catherine Samie, decana de la Comédie y miembro del comité de administración. Entre los nombre que se barajan para sustituir a Vitez figuran los de Patrice Chéreau Jacques Lassalle, Jean-Pierre Miquel y Jacques Nichet, amén del de un político, Jacques Rallite.

El nombramiento del nuevo administrador general corresponde al presidente de la República, quien decide entre las personalidades propuestas por el titular del Ministerio de la Cultura.Entre los nombres que se barajan para sustituir a Antoine Vitez, fallecido el pasado día 30 de abril, se cita, en primer lugar, el de Patrice Chéreau, hasta hace poco director del centro dramático nacional de Amandiers-Nanterre, aunque nadie cree que Chéreau, que en diversas ocasiories se ha mostrado hostil a una institución como la Comédie, acepte el cargo.

Otros nombres que suenan son los de Jacques Lassalle, antiguo alumno del conservatorio, agrégé de lengua y literatura germánica y profesor del Institut d'Études Théâtrales, un intelectual antaño considerado como un posible rival de Vitez; Jean-Pierre Miquel, profesor del Conservatorio, uno de los artífices, junto a Vitez, de la revolución pedagógica que vivió a partir de 1968 aquella santa institución, y Jacques Nichet, un normalien, actual director del centro dramático nacional de Montpellier (Nichet es el director de Amado monstruo, el excelente montaje de la obra de Javier Tomeo que pudo verse recientemente en diversas capitales españolas).

Por último, tampoco se descarta que el nombramiento pueda recaer en una personalidad política relacionada con el mundo cultural francés, con experiencia en la Administración. Concretamente se cita el nombre de Jacques Rallite, ex ministro en el Gobierno de coalición de Pierre Maurois.

Plan

Pero, cualquiera de los nombrados -exceptuando a Chéreau- que sea el sustituto de Antoine Vitez, parece improbable que pueda proseguir el plan trazado por el fallecido administrador para actualizar y reactivar internacionalmente la Comédie, al menos en su totalidad.Es probable, sí, que Miquel corrija vicios y mejore la compañía en su nivel interpretativo con la incorporación de nuevos valores, como ya hizo Vitez (Valérie Dréville y Redjep Mitrovitsa), y que Nichet o Lassalle realicen montajes interesantes, pero ninguno de ellos tiene la autoridad moral y el prestigio internacional como para congregar en torno a la figura del administrador general un grupo de directores de primerísima clase, llegado de los cinco continentes y capaces de reactivar la Comédie.

Tal era, ni más ni menos, el propósito de Vitez. Su estrategia era muy parecida a la de Edouard Bourdet, nombrado administrador general de la Comédie en octubre de 1936: obtener plenos poderes del ministro de Cultura para reducir los poderes de los sociétaires (el ala intransigente, carca y de derechas de la Comédie), escoger las obras de acuerdo con los directores, si es preciso saltándose a la torera el comité de lectura, y, finalmente, rodearse de un grupo de directores vinculados a la Comédie.

Bourdet se hizo con el Cartel -Copeau, Dullin, Baty, Jouvet-, lo mejor; Vitez fue más lejos: sin ignorar a sus companeros (Lavaudant, Eine, Régy, Vincent, figuran en el cartel de la presonte temporada), llamó a directores extranjeros de renombre, dispuestos a trabajar textos universales, en francés, con la tropa de la Comédie.

Un lujo

Pasqual le dirigió un Shakespeare, Dario Fo va a estrenar un Molière el próximo mes de junio... y en la próxima temporada iban a sumarse Ronconi, Stein, los soviéticos... Era un lujo que Vitez se podía permitir. Un Vitez que traducía a Lenz o a Brecht admirablemente, como traducía a Sófocles o a Ritsos; para el cual la literatura y el teatro rusos no tenían secretos -sus versiones de Chéjov son estupendas-; que montaba Marivaux en Milán, con los cómicos del Piccolo; que discutía tal o cual versión francesa de La Celestina con el original castellano en la mano; que revisaba la traducción de Nerval del Fausto de Goethe al tiempo que explicaba, en polaco, a la actriz Bogustawa Schubert ciertas formas dialectales... Será muy difícil encontrar un sustituto de Antoine Vitez.

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