Quien trabaja no ama
Segundo largometraje de Mike Figgis y nueva película sobre los mitos americanos. En Stormy monday Figgis partía de una historia policiaca para mostrar la penetración -económica y cultural- estadounidense en el Reino Unido. El filme era muy brillante, a menudo un tanto publicitario en su superficie y, un poco gratuito en su antiamericanismo. En Asuntos internos lo que Figgis retrata es la lucha entre dos comunidades y, más centralmente, los traumas sexuales de todo un país. En la película sólo aparecen mujeres insatisfechas, sexualmente insatisfechas, que no saben de otro amante mejor que Dennis Peck (Richard Gere). Todas ellas han de soportar maridos progresivamente impotentes, devorados por el trabajo y el miedo, por la obsesión del dinero o de perder el cargo. De vez en cuando, con la excusa de una ataque de celos, los esposos pegan palizas a sus mujeres, lo cual, sin duda, satisface su libido y su vanidad por unos días.El atractivo de Peck, que es un sargento algo fondón y muy canoso, radica en que emana peligro y nunca, ni cuando está negociando lo que cobra por un asesinato, deja de estar en celo. Peck es una fiera, mata y fornica cuando le apetece, y ése es su poder de seducción. Su rival, Raymond Avila (Andy Garcia), un policía de la policía o, lo que es lo mismo, un agente especializado en investigar las posibles irregularidades cometidas por otros agentes, es justo lo contrario: un obseso del trabajo, que no tiene tiempo para lo que no sean los casos que le ocupan. Y Peck, que sabe husmear esto como lo ha sabido hacer antes con sus compañeros, empieza a rondar a la esposa de Avila (Nancy Travis) porque sabe que si ellas se acuestan con él muy pronto logrará también someter a los maridos respectivos.
Asuntos internos
Director: Mike Figgis. Intérpretes: Rlchard Gere, Andy Garcia, Nancy Travis, Laurie Metcalf, Richard Bradford. Guión: Henry Bean. Título original: Internal affairs. Estadounidense, 1989. Estreno en Madrid, cines: Carlton, Luchana y Parquesur.
Contenidos
Como puede verse a través de este breve resumen de contenidos, en Asuntos internos el sexo no es el premio al trabajo, tal y como aseguraba Celentano en una canción de éxito. Vida laboral y sensualidad están reñídas.Al cuadro de patología sexual que muestra la película hay que ponerle un marco más amplio. En Asuntos internos hay también un enfrentamiento entre latinos y yanquies, en el que la propensión a embestir recto y con la cabeza baja de los primeros, tal y como reza el tópico, les lleva a darse buenos coscorrones contra el burladero. Y digamos por último que la ciudad de Los Ángeles que Figgis filma tiene como únicos ciudadanos a policías y delincuentes.
Formalmente la película parece menos cuidada que Stormy monday. Probablemente el tener entre manos una buena historia y una estupenda posibilidad de crear tipos ha hecho que Figgis se preocupara menos del acabado del producto, que es crispado, intenso, algo arbitrario a veces, casi siempre inteligente en el sentido de multiplicar el morbo de las relaciones entre personajes. En realidad, sólo cabe reprocharle un cierto descontrol hacia el final, cuando las urgencias de poner fin al relato hacen que la película se embarque en una serie de soluciones tópicas. No llegan a empañar la buena y sorprendente buena impresión de un filme que ha sabido restituirnos la peligrosa ambigüedad fascinante de un asesino.
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