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GENTE

Escritores en El Pardo

Los Reyes ofrecen una recepción con motivo de la entrega del Cervantes

Juan Cruz

Jorge Semprún el ministro de Cultura que en la época en que se llamaba Federico Sánchez conspiraba contra el dictador Franco, estaba ayer feliz en el palacio de El Pardo, lugar donde este año celebraron los Reyes la tradicional recepción coincidente con la entrega del Premio Cervantes. Con Semprún, numerosos intelectuales del antifranquismo y jóvenes que apenas recuerdan aquel tiempo coincidieron con Augusto Roa Bastos, el autor paraguayo premiado este año con el principal galardón de las letras españolas y cuya. obra Yo, el Supremo se refiere a la soledad sanguinaria de un dictador. Semprún, bajo la cúpula interior del palacio de El Pardo, decía que él no es supersticioso. "Con nosotros, esta noche están en este lugar sin memoria intelectuales convocados por un rey demócrata. No podemos permitirnos el lujo de abandonar lugares como éste por el prurito de que alguna vez haya sido usado por otro supremo".

Un hombre de la generación de Semprún, el novelista y poeta José Manuel Caballero Bonald, definió el aire de la fiesta: "Mi impresión es la de quien viene del aire y entra en una guarida que hoy es aire libre". Juan Marichal, biógrafo de Manuel Azaña y exiliado durante muchos años, encontraba en el acto Ia demostración de que de modo definitivo España es un país archieuropeo", y Pedro Laín Entralgo, ex director de la Real Academia Española de la Lengua, veía en la recepción "un símbolo de que España acepta y asume el desafío de ser fiel a su propia historia".

"Las memorias siniestras", que evocaban para muchos de los presentes los muros del palacio de El Pardo, como dijo Caballero Bonald, eran imperceptibles para un joven poeta valenciano, Vicente Gallego, de 2,6 años, premio Rey Juan Carlos de Poesía de 1988: "Es una cosa distraída porque ves a los amigos y tomas un canape

José Mario Armero, abogado y escritor, creía en la reunión de anoche: "Estamos con un escritor que siempre estuvo frente a la dictadura, y estamos en un solar que ya no puede albergar otro recuerdo que el de la democracia". íñigo Cavero, ex ministro de la transición, fue más tajante: "Éste es un sitio en el que vivió durante 36 años una persona que no lo creó ni pudo destruirlo. Y, además, hubiera sido incapaz de tener la sensibilidad de leer a Roa Bastos".

Era la primera vez que el Cervantes se celebraba en El Pardo. El poeta Francisco Grines definió el sitio con estas palabras: "El lugar tiene la significación de lo que hacemos, y el asentimiento de los que venirnos a El Pardo significa que en efecto vivimos una vida nueva". Antonio Colinas, también poeta, disfrutaba de "la austeridad del lugar".

Buero Vallejo, dram.aturgo que en la dictadura sufrió los embates del habitante de El Pardo, vivía anoche una fiesta cuya esencia resumía así su colega académico Gregorio Salvador :"Da una gran alegría celebrar a un escritor como Roa en este palacio que ha sido morada de otro yo, el supremo".

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