Uno por uno
LA INICIATIVA adoptada por el canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Kohl, el pasado mes de febrero, de acelerar la integración monetaria de las dos Alemanías como respuesta al creciente deterioro de la economía de la República Democrática Alemana se convirtió en el catalizador del más amplio proceso de unificación y en uno de los más claros determinantes de los resultados de las primeras elecciones libres celebradas en ese país el pasado 18 de marzo. La sustitución de la moneda oriental por la occidental se constituía, simultáneamente, en punto de partida de esa dinámica integradora y en síntesis de las expectativas de los ciudadanos orientales sobre las condiciones de acceso a ese nuevo hábitat en una economía de mercado.El acuerdo alcanzado el martes entre los dos Gobiernos para proceder a la conversión entre ambas monedas, con efectos a partir del próximo 2 de julio, sobre una base de paridad para los salarios y las pensiones y un volumen de ahorro máximo de 4.000 marcos orientales por persona (la relación es de dos por uno para la deuda de las empresas), satisface las aspiraciones orientales y facilita, nuevamente, un posible desenlace en las próximas elecciones municipales de la RDA, el 6 de mayo, previsiblemente favorable a los democristianos, partido sucursalista del que encabeza la coalición gobernante en la RFA. Al igual que ocurrió con aquella decisión de anticipación de la integración monetaria, el canciller federal ha vuelto a desoír las más cautelosas recomendaciones de su banco central, partidario en esta ocasión de una relación de conversión de dos marcos de la Alemania Oriental por uno de la Occidental, con la única excepción aplicable a los ahorros no superiores a 2.000 marcos por persona, que podrían hacerlo a uno por uno.
Los temores del Bundesbank a las implicaciones inflacionistas y presupuestarias asociadas a la conversión, en condiciones de paridad entre ambas monedas, de un volumen de ahorro oriental equivalente a 170.000 millones de marcos son razonables y los intentos por neutralizarlas determinarán incrementos adicionales en los tipos de interés. Así lo han entendido en los mercados de acciones y bonos en el país, respondiendo con significativos descensos en sus precios.
La trascendencia de este acuerdo excede, sin embargo, a sus eventuales consecuencias económicas, todavía difíciles de cuantificar, y, en todo caso, dependientes del crecimiento económico adicional que genere la integración y de los términos específicos que se acuerden en las sucesivas reuniones negociadoras que acaban de iniciarse. Más significativa resulta la aparente redefinición de las prioridades políticas asumidas en la RFA, de las que la subordinación de las tradicionales cautelas del Bundesbank y de su providencial independencia constituyen el más inmediato y expresivo de los oponentes.
La celosa defensa de la autonomía de que ha gozado ese banco central y el rigor practicado en el ejercicio de sus funciones como garante de la preservación del valor de la moneda no han estado exentos de conflictos con los distintos Gobiernos de ese país en los últimos 40 años, pero ha encontrado su más directo respaldo en el éxito con que ha conseguido domeñar las tensiones inflacionistas subyacentes en aquella economía y en su singular contribución a hacer de Europa un área de estabilidad cambiaria.
El diseño del proceso de unificación de las dos Alemanias, y más concretamente el horizonte que se abre a partir del próximo 2 de julio, seguirá constituyendo, previsible y razonablemente, la salvaguardia prevista en el propio estatuto del Bundesbank (para los casos de acuerdos o tratados internacionales), de la que el Gobierno federal haga uso frente al conflictivo ejercicio de esa autonomía. La frecuencia con que se planteen esos conflictos no quedará reflejada únicamente en la mayor o menor estabilidad de los mercados financieros, sino en la credibilidad que el proceso de unión económica y monetaria de Europa precisa.
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