Aniversario sin fiesta de la 'Primavera de Pekín'
Las autoridades chinas tratan de imponer el silencio en todo lo que recuerde a la revuelta de Tiananmen
Los aniversarios son la sal de la vida para los chinos. Conmemoran con placer el nacimiento, la boda, la muerte y los acontecimientos políticos. Sin embargo, el fallecimiento del antiguo secretario general Hu Yaobang, ocurrido el 15 de abril del año pasado y que fue el detonante de las protestas que culminaron con la matanza de Tiananmen, ha pasado en silencio. En los próximos, el recuerdo de esos sucesos interrumpirá la primavera.
Pero este año no habrá detonaciones. Los hombres que gobiernan China no quieren arriesgarse a una repetición de un levantamiento democrático como el del año pasado. Hace tres semanas llegaron a Beijing tropas antiterroristas con cascos y metralletas, con la excusa de los juegos asiáticos de septiembre. Pero el auténtico motivo estaba claro.Los campus universitarios, donde todo comenzó, están muertos. Los únicos carteles que hoy se ven piden a los estudiantes que informen del paradero de los que todavía están en lugar desconocido o que les digan que "sólo el socialismo puede salvar a China". El único grupo estudiantil disidente conocido funciona en la clandestinidad, siempre huyendo de la policía secreta. Los actos aislados -hablar de una marcha silenciosa sobre Tiananmen, un cartel pegado en el silencio de la noche contra el odiado primer ministro chino, Li Peng- son las excepciones que recalcan los sentimientos de una mayoría tan impregnada de resignación que difícilmente se encenderá de nuevo.
La mayoría de los estudiantes son como los dos grandes amigos de una de las universidades de Beijing, que se graduarán este año. Estuvieron en las barricadas el año pasado en abril, resplandecientes por el sentimiento de hallarse en el filo de la historia, plenos de esperanza de que la glasnost y las reformas políticas al estilo Gorbachov estarían también al alcance de China.
Ahora, a la fría luz posterior a Tiananmen, ansiosos por qué trabajos podrán conseguir, su héroe no es Gorbachov, sino una profesora de 36 años que les enseñó una lección que les acompañará a lo largo de sus vidas, como les ha ocurrido antes a muchos intelectuales chinos.
"No podéis ganar"
"Siempre habrá movimientos políticos en China", les dijo la profesora. "Lo que tenéis que comprender es que lo más importante piara vosotros es ser flexibles y ocuparos de vuestros propios intereses. Decidles a las autoridades lo que desean escuchar, escribid autocríticas. No podéis ganar y debéis protegeros a vosotros mismos. Dejadlo para otros que: vengan detrás". Eran palabras de sabiduría pronunciadas por una mujer que había sufrido con las medidas adoptadas tras la explosión de glasnost democrática. de 1979.Y fueron palabras de sabiduría que ahora guían cada movimiento de las chicas. Describían como la camaradería de la primavera pasada se ha congelado en los campus hasta alcanzar un clima en el que existen corrientes constantes de desconfianza y sospecha. No saben qué estudiantes informan sobre ellos, pero saben que algunos lo hacen. La recompensa por chivarse suele consistir en un trabajo mejor. Una de las chicas se echó a temblar cuando la llamaron y le preguntaron qué estaba haciendo en la estación de ferrocarril con un hombre de negocios alemán; después de Tiananmen, a los estudiantes se les prohibió el contacto con extranjeros. La chica había estado con su padre despidiendo a uno de sus socios. No sabe quién la vio e informó de ello, pero aprendió una amarga lección.
La delación
Una lección que ya sabía antes, pero sólo en teoría. Informar unos de otros a los funcionarios con la esperanza de mejorar la posición propia era "típicamente chino, ha ocurrido a lo largo de toda nuestra historia", dijo. Volúmenes de literatura china están llenos de ejemplos. Pero, al igual que los idealistas jóvenes de las flores occidentales de los años sesenta, había creído que su generación era distinta. No obstante, las perspectivas de trabajo han demostrado ser más poderosas que los sueños de glasnost. Constituyen la palanca de control más poderosa del Estado. El Estado asigna un trabajo a cada estudiante: el experimento de hace dos años para que cada estudiante encontrara su propio trabajo ha muerto. La fiabilidad política es lo que más importa cuando se distribuyen los trabajos. El talento y los grados son algo secundario.Este año, en comparación con años anteriores, sólo se permitirá a un pequeño porcentaje permanecer en la capital. E incluso a éstos se les asignará a unidades de trabajo menores en lugar de a los puestos codiciados en los grandes ministerios o empresas comerciales conjuntas. La mayoría se verán enterrados en el entramado burocrático de ciudades de provincias y pueblos.
No obstante, su castigo no es el peor. Los estudiantes de primer año en la universidad de Beijing ni tan siquiera vieron el campus este curso. En cambio, tuvieron que seguir un año de adiestramiento militar con duchas frías y pelo cortado al rape. Los que participaron en la huelga de hambre de Tiananmen no están autorizados a seguir estudios superiores de por vida.
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