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El alcalde de Panamá justifica la invasión norteamericana

Juan Jesús Aznárez

Guillermo Cochez, alcalde de Panamá, subraya que "de no haber aceptado nosotros el poder tras la invasión [el pasado 20 de diciembre], los gringos habrían instalado en el país un Comandante general o una Junta de empresarios, y Panamá no viviría el actual proceso dernocrático". "La invasión me cogió dormido, y a Ricardo Arias Calderón, actual ministro de Gobierno, y Guillermo Ford se la anunciaron dos horas antes".

El 27 de noviembre de 1989, encapuchado durante 22 horas en los calabozos de las Fuerzas de Defensa, Cochez comprendió que el final del régimen del general Manuel Antonio Noriega estaba próximo. La vejaciones de sus torturadores, los golpes, las amenazas de muerte, repetidas como una letanía, eran puramente de oficio. La saña contra la oposición política no era la habitual. Hasta los carceleros percibían un inminente cambio de Gobierno.

El diputado democristiano y hombre próximo al presidente Guillermo Endara no quiere recordar su pasado como opositor a Noriega, ni sus años de cárcel. Unicamente desea minimizar la importancia de la invasión estadounidense del 20 de diciembre pasado, despejar las acusaciones de vendepatrias y destacar que Panamá se recupera "sin haber recibido un sólo dolar de Estados Unidos". "Panamá ha recobrado la confianza en el futuro. Todos colaboran en la reconstrucción y los efectos de la intervención gringa van a ser superados. Volveremos al concierto latinoamericano".

Metido en política desde hace 17 años, con 44 años, cuatro hijos y una esposa "que es una mártir", Cochez está en Madrid para aprender de la autonomía municipal española y conversar con sus colegas en el Ayuntamiento de Madrid y los responsables de los organismos encargados de la cooperación con América Latina.

"Hemos cogido el Gobierno como quien coge un almacén destruido y tiene que seguir vendiendo aunque no tenga mercancía. Lo estamos consiguiendo".

Guillermo Cochez pone como ejemplo "el pacto, no escrito, entre el Gobierno y los comerciantes hebreos", propietarios de los grandes almacenes. "Hemos bajado los aranceles y ellos, que antes pagaban a los militares, cumplen con sus obligaciones presupuestarias. En la alcaldía me encontré con 365.000 dólares y hemos llegado a los cuatro millones". También despidió al 10% de sus 2.200 empleados, "aquellos que abusaros de los derechos humanos de sus compañeros y al ladrón". "Fui el que más jodió a los militares y la gente sabe que soy incapaz de llevarme un real. Esto me ha ayudado", agrega.

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