_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Más allá del bien y del mal

Desde su habitual emplazamiento situado más allá del bien y del mal, Fernando Savater interpreta las recientes elecciones nicaragüenses (EL PAÍS, 24 de marzo). Resulta curioso que su constante afán por repartir equitativamente elogios y capones no le haya inspirado (que yo recuerde) ninguna diatriba contra el minado de los puertos de Nicaragua por parte de Estados Unidos, condenado en su día por el Tribunal Internacional de La Haya; ni contra la financiación norteamericana de un grupo terrorista que condenó a la miseria a un pequeño país que pretendió salirse del patio trasero al que había sido destinado por su geografia. Tanto más curioso cuanto que Savater ha demostrado muchas veces una encomiable sensibilidad ante el fenómeno del terrorismo en los países desarrollados.Un lector que no conociera los hechos sacaría como conclusión que Daniel Ortega era un dictador que había llegado al poder por la fuerza y que pretendía imponer una dictadura marxistaleninista, intento felizmente abortado por una diplomática presión norteamericana que hizo posible la celebración de las primeras elecciones democráticas con el triunfo de las fuerzas del bien encarnadas en Violeta Chamorro. Así lo sugieren los múltiples paralelismos con Pinochet. ¿Será necesario recordar que Ortega subió al poder en elecciones democráticas (cuya limpieza fue reconocida incluso por algún observador de la derecha española) y que tuvo que soportar durante todo su mandato una constante agresión armada por parte de Estados Unidos a través de grupos mercenarios generosamente financiados y asesorados, hasta el punto de destruir la débil economía nicaragüense?

Cada elector, en el momento de votar, tenía ante sí la siguiente opción: si votaba al Frente Sandinista elegía la continuación de Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior una guerra desigual (la contra había advertido que en caso de triunfar Ortega proseguiría la lucha), con la consiguiente miseria; si votaba a la oposición se aseguraba no solamente la paz, sino el flujo de ayudas norteamericanas que premiarían su buena conducta. No tenemos derecho nosotros, que comemos tres veces al día, a juzgar ese voto desde una ética del Primer Mundo. Pero mucho menos derecho tiene Savater a convertir el drama de un país vencido militarmente por una potencia mundial en una confrontación entre un proyecto mesiánico y la normalidad democrática. Parece difícil compaginar la ética libertaria que Savater proclama con su llamado a la sumisión de los nicaragüenses al país: que ha instaurado y mantenido las más siniestras dictaduras latinoamericanas, aunque haya encontrado ahora medios más, económicos para mantener la disciplina de sus vecinos. Aunque es verdad que, para Savater, la enfermedad del gran país del norte no pasa de ser una ligera gripe (por oposición al cáncer soviético).- profesor de Filosofía.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_