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Un jardín silvestre

La conversación con Iris Murdoch es más lenta que lo habitual con los británicos, no sólo por los pacíficos silencios que a veces puntean sus respuestas, sino porque la prisa es justamente lo que no parece posible en una mañana de cristal de marzo en una casita que parece de cuento hundida en el fondo de un jardín de Oxford más bien silvestre, con animalillos que los ciudadanos conocemos a través de los dibujos animados.El sol cae sobre una vieja alfombra más o meno poblada de revistas y libros, y para saber del ruido hay que imaginario. Por esas calles, no tan lejos del centro, la gente circula a pie o en bicicleta.

John Bayley entra un momento en despistada búsqueda de un papel. Es amable y distraído y tiene el pelo despeinado clásico de los profesores británicos. Es un experto en literatura rusa. Es el marido de Iris Murdoch. Ambos mantendrán un diálogo frente al público el miércoles 4, a las 8 de la tarde, en el Círculo de Bellas Artes, en un viaje organizado por el British Council.

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Europea

No es la primera vez que Iris Murdoch visita España -de hecho pertenece a un grupo de ambos países en el que participa Hugh Thomas-, aunque conoce mejor Italia y, Francia. Se reclama europea y cuando viaja a Estados Unidos siente de inmediato las ganas de volver.

Conserva intacta la ansiedad de escribir. El mejor momento es cuando de pronto mira por la ventana y cree que todo es posible. El peor, cuando cree que lo que ha escrito no vale nada.

¿En qué ha influído en su carrera el hecho de ser una mujer? haya vivido siempre entre gente ilustrada, pero lo cierio es que nunca me lo hicieron notar".

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