Filosofía del desencanto
La Semana Española de Ética se plantea la desmoralización de la vida española
La euforia materialista en la que nos desenvolvemos es consecuencia de la miseria de la desmoralización que ha seguido al desencanto, según el profesor José Luis López Aranguren, que desde ayer participa en Oviedo en la VI Semana Española de Ética y Filosofía Política. Los filósofos José Luis López Aranguren y Carlos Gurméndez coincidieron en la jornada inaugural de la Semana, a la que asisten 40 participantes, en proponer la superación de las interpretaciones racionalistas y emocionalistas, que incurren en ambos casos en el egoísmo.
Para el profesor Aranguren, es preciso volver a establecer la relación entre la ética, la psicología y la antropología para superar el irrealismo de la filosofía moral actual. López Aranguren terció también en la polémica suscitada por el ministro de Cultura, Jorge Semprún, sobre el comportamiento de la Prensa.La VI Semana Española de Ética y Filosofía Política debatirá hasta el viernes sobre los sentimientos morales. Entre los participantes figuran Fernando Savater, Victoria Camps, Cristina Peña Marín, Gonzalo Abril, Celia Amorós y Javier Muguerza.
Aranguren y Gurméndez coincidieron en señalar que el sentimiento es el verdadero móvil del individuo, que acude a la razón, a posteriori, para racionalizar su comportamiento. El profesor Aranguren sostuvo que mientras la psicología concibe al ser humano tal y como es, la ética tiende a configurarlo tal y como debe ser, y que debe restablecerse esa necesaria tensión entre el cómo es y el cómo debe ser. A su juicio, la filosofía que rige actualmente ha hecho omisión de la filosofía de la existencia (el hombre según la situación concreta) y esa abstracción de la realidad ha originado la concepción del individuo como un ente de razón.
La moralidad, según Victoria Camps, debe exigírsele al conjunto de la sociedad y a sus distintos estamentos, y no es suficiente que se le demande tan solo a la clase política. "Es muy fácil que, en caso contrario, la clase política se convierta en chivo expiatorio, cuando debe de existir un reparto de responsabilidades y no centrar toda nuestra atención en simples anécdotas". Agregó que "es preciso que los intelectuales intervengan más en la vida pública, pero en la misma medida en que es necesario que lo haga el conjunto de la sociedad. Las democracias son regímenes en los que nadie tiene la verdad, por lo que es preciso encontrarla entre todos. La moralidad consiste en su búsqueda".
Sentimiento y razón
Para Carlos Gurméndez, "no se pueden separar los sentimientos de la razón, porque incluso toda sumersión en uno mismo exige racionalidad". En su opinión, tampoco se debe disasociar como realidades distintas la pasión y el sentimiento. Aunque la creencia común identifica la pasión con un apetito afanoso, posesivo y hasta violento, y al sentimiento como desprendido y generoso, el sentimiento siempre tiende a identificarse con la pasión (caso del amor) porque es 1a pasión la que conduce a la acción y a la realización en plenitud". En su opinión, 1a razón es el instrumento del sentimiento".Aranguren opinó que tras el desencanto (como sinónimo de vuelta a la realidad) de la transición política al no haberse materializado 1a realización de lo imposible" que se había esperado en los años setenta, ahora se ha dado un paso más con una desmoralización generalizada. "Estamos bajos de moral, como dicen los deportistas; creemos que todo va a salir mal, aunque desde el poder se habla otro lenguaje muy distinto, haciéndonos ver que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Y porque estamos hundidos en la miseria de la desmoralización, hemos caído en la euforia materialista, sustituyendo los valores morales por otros trivialmente estéticos: el culto al cuerpo, el escaparatismo, el vestido, etcétera, y eso nos lleva al consumismo".
En una alusión al comportamiento ético de la Prensa, Aranguren declaró que el ministro de Cultura, Jorge Semprún, se ha quejado, con razón, de algunos medios de comunicación y de algunos periodistas. "No es pertinente pedir una legislación de prensa que nos devuelva a la época de Fraga y del franquismo, pero sí que sea la propia Prensa la que se depure. La Prensa no se exige a sí misma tanto como debiera, y en el periodismo hay personas verdaderamente indeseables. Semprún se ha referido a unas, cuyo nombre no quiero repetir, del que en el pasado he sufrido gravísimas acusaciones y falsedades. Esa gente no debiera estar en el periodismo".
Babelia
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