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Li Peng arremete contra los disidentes y justifica la matanza de Tiananmen

China continúa decidida a no imitar el proceso de cambio de los países del Este europeo y a reafirmar la primacía del partido comunista como su único guía, según ha afirmado el primer ministro, Li Peng, ante casi 3.000 parlamentarios que asistieron ayer en Pekín a la apertura de la sesión anual del Congreso Popular Nacional (CPN). El jefe del Gobierno, de 61 años, se refirió a las "grandes victorias históricas" logradas el año pasado para aplastar la "sedición contrarrevolucionaria", y advirtió que no será tolerado ningún tipo de disidencia.

La figura de Li Peng está desprestigiada a los ojos de la población por el protagonismo que tuvo en la represión sangrienta de la plaza de Tiananmen, el pasado junio en Pekín. Las especulaciones sobre su posible sustitución por Li Ruihuan, que con 55 años es el más joven componente de los seis que forman la dirección del partido, se han disipado por ahora al conocerse que viajará el mes próximo a Moscú, en la primera visita que realiza en tres décadas un primer ministro chino tras la normalización de relaciones que se produjo en mayo de 1989 con el viaje a Pekín del presidente soviético, Mijail Gorbachov.Las autoridades chinas, sin explicar las razones, han denegado a varios medios de prensa occidentales, entre ellos EL PAÍS, permiso para cubrir en directo los trabajos del órgano legislativo.

El anciano y supremo dirigente Deng Xiaoping no asistió a la apertura, y es de prever que tampoco lo haga durante las dos semanas que durará el debate, tras haber decidido en noviembre del año pasado desprenderse del último cargo ejecutivo que aún tenía, la presidencia de la comisión militar del partido, en manos ahora del secretario general, Jiang Zemin. Técnicamente, el viejo líder, de 85 años, posee aún la presidencia de la comisión mi litar del Estado, puesto del que también va a retirarse y que ocupará asimismo Jiang Zemin. El defenestrado secretario general Zhao Ziyang, a quien no se le ha vuelto a ver en público desde junio del año pasado, no estaba ayer presente.

"En el proceso de forjar la democracia socialista es imperativo trazar una clara línea de demarcación entre la democracia socialista y la capitalista. En China las prédicas de pluralismo político y pluripartidismo por parte de un exiguo número de personas que se obstinan en la liberalización burguesa signi lean en esencia marginar de la democracia a las amplias masas populares, negar la posición dirigente del Partido Comunista de China y sustituir nuestra República Popular socialista por una república burguesa. Debemos mantenernos muy alerta y cerrar firme y resueltamente el paso a la invasión y al desbordamiento de esa corriente ideológica", dijo ayer Li Peng.

Li Peng tuvo duras palabras hacia EE UU, al que acusó de interferir en los asuntos internos de China y de ejercer "una política hegemonista".

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