La victoria de Kohl
LOS RESULTADOS de las elecciones en la República Democrática Alemana -desmintiendo todos los sondeos previos- significan un triunfo aplastante de la derecha. La Alianza por Alemania, integrada por la Unión Cristiana Democrática y otros dos partidos menores, alcanza casi la mitad de los votos y cerca de la mayoría absoluta de los diputados. El partido socialdemócrata (SPD), apoyado por su. homólogo de la RFA, al que los sondeos daban como vencedor, se ha quedado por debajo del 22% de los votos; es decir, un porcentaje muy inferior al que obtiene normalmente en las elecciones de la RFA (muy por encima del' 30%). Esta inclinación tan neta hacia la derecha de los electores de Alemania Oriental es un factor que va a ejercer una gran influencia en los próximos años y en un doble ámbito: en la política del conjunto de Alemania y en la de Europa.El error de los pronósticos se debe a que no se supo valorar que en las primeras elecciones libres de la RDA, además de la preferencia por uno u otro partido, estaba en juego una opción decisiva: si la unidad con la otra Alemania debía hacerse sin dilaciones -como preconizaba la derecha- o mediante una fusión más lenta -como decía el SPD-, conservando durante cierto tiempo la convivencia (le los dos Estados. Ante esa opción, el voto masivo ha sido a favor del canciller Kohl,, pese al desprestigio de varios dirigentes de la Alianza por Alemania -comprometidos por su colaboración con la policía del régimen comunista-, que tuvo escasos efectos. Las urnas manifiestan de forma arrolladora dos actitudes interrelacionadas: el repudio más absoluto del viejo sistema comunista y el deseo de obtener un tipo de vida similar al de la RFA, y, para ello, de que la unidad no sufra ningún retraso.
Los dos partidos que se denominan socialistas -el SPD y los antiguos comunistas, autocalificados como Partido del Socialismo Democrático- obtienen juntos en torno al 38% de los votos, muy por debajo de la derecha. Ello indica que el fracaso del régimen comunista también ha dañado la imagen de los socialdemócratas, a pesar de que éstos fueron perseguidos por dicho régimen. El nombre mismo de socialismo resulta impopular. Por otra parte, los ex comunistas han resistido mejor que en otros países, sin duda porque los nuevos dirigentes han cortado radicalmente con la vieja dirección. De otro lado, entre los sectores poco deseosos de una desaparición brusca de la RDA se juzgaba necesario que los ex comunistas, desde posiciones de poder, actuasen en la negociación con el Gobierno de Bonn. Las figuras socialistas prestigiosas de la RFA, como Brandt, levantaron entusiasmo entre las capas más politizadas -como se puso de relieve en los mítines electorales-, pero en el acto de votar participan -y muchas veces deciden- sectores poco politizados movidos por sentimientos más elementales, como, en este caso, el deseo de la unidad alemana.
¿Cuáles serán las consecuencias? No es exagerado decir que toda la vida política alemana -Y en cierto modo europea- se ha modificado por la victoria arrolladora de Kohl. Es evidente que la unidad monetaria será muy rápida: además es la única forma de salvar la economía de la RDA. Tras la unificación de la moneda seguirán otros pasos políticos y administrativos, pero puede afirmarse que, desde ahora, Kohl gobierna de hecho en las dos Alemanias. Cuando se negocie estará de los dos lados de la mesa. La fórmula constitucional para efectuar la unión puede dar lugar a controversias, pero Kohl, con la fuerza de que dispone en los dos Parlamentos, puede decidir.
Los resultados de la RDA repercutirán asimismo en la batalla política que se está librando en la República Federal de Alemania con vistas a las elecciones generales del próximo diciembre. Significan un serio golpe para el optimismo del SPD, que, partiendo de unos resultados positivos en recientes consultas, aspiraba a alcanzar la cancillería de Bonn. Entre los liberales, el efecto será el de cortar cierta tendencia a alejarse de la coalición con Kohl.
Los efectos serán asimismo muy serios a nivel europeo. Entramos en una etapa de sucesivas elecciones en Europa del Este, y todo indica que en ellas se manifestarán fuertes tendencias de derecha por razones semejantes a las que han actuado en la RDA. Por otra parte, la idea de una unión alemana pilotada por los socialdemócratas, especialmente europeístas y sensibles ante las preocupaciones de los vecinos de Alemania, se desvanece. "Comienza el tiempo de las dificultades", como ha dicho el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors. No conviene acentuar, ante la nueva Alemania, recelos que podrían estimular reacciones nacionalistas, pero sí urge reforzar las instituciones europeas para que la unidad de Alemania se inscriba en la de Europa.
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