La evolución del comercio hispano-soviético
Los intercambios comerciales con la URSS han conocido en los últimos años una importante crecimiento, debido en gran medida, a las posibilidades que se, han abierto de intensificar las relaciones económicas con un mercado apenas explorado, más en el plano de las importaciones que en el de las exportaciones.
El comercio hispano- soviético ha continuado representando una parte marginal en el conjunto de las transacciones comerciales realizadas por España. Así, las exportaciones dirigidas a la URSS han permanecido en 1988 por debajo del 1% del valor de las ventas totales y los suministros soviéticos se han situado en ese año en un porcentaje inferior al 2% dé los desembolsos realizados en concepto de importaciones. Si se aplica como baremo de comparaciones los intercambios comerciales de España con Europa, se observa que la Unión Soviética ha continuado siendo un socio de segunda fila. Las exportaciones españolas a la UR SS no han superado el 1 % del valor global de las ventas a Europa, y los productos importados desde la Unión Soviética no han alcanzado el 3% del valor de las compras efectuadas a los países europeos.El comportamiento del comercio español con la Unión Soviética ha evidenciado una creciente incapacidad para asegurar la financiación de las importaciones a través de los ingresos por exportaciones, de manera que, entre 1980 y 1988, el déficit acumulado ha sido de 276.200 millones de pesetas. El debilitamiento de la posición de España en su comercio con la URS S se ha materializado en un evidente deterioro de la tasa de cobertura comercial, indicador que en 1988 ha alcanzado su punto más bajo en toda la década de los ochenta, un 23,8%.
Se puede tener una visión más exacta del significado del comercio de España con la Unión Soviética y de la profundidad de las interdependencias establecidas entre: ambos países si se examina la composición de los intercambios de mercancías.
Puede destacarse, en primer término, la fuerte polarización de las importaciones soviéticas, rasgo que, lejos de haberse atenuado, ha tendido a agudizarse en los años ochenta. Así, las cinco partidas siguientes han ' cubierto en 15,88 el 85,8% de todas las importaciones: aceites de petróleo o de minerales bituminosos; desperdicios y desechos de fundición de hierro y acero; elementos químicos radiactivos e isótopos radiactivos, etcétera; madera aserrada o desbastada longitudinalmente, cortada o desenrollada, etcétera, y amoniaco anhidro o en disolución acuosa. Donde la polarización se muestra con mayor intensidad es en el caso de los aceites del petróleo, pues en ese año ha representado algo menos (le las tres cuartas partes de los pagos realizados en concepto de importaciones.
En consecuencia, la estructura importadora de! comercio que España realiza con la Unión Soviética no difiere de manera sustancial de las pautas comerciales que este país mantiene con los otros países industrializados de Occidente. Esta inserción comercial exterior se sustenta en la exportación de combustibles y sus derivados, y de bienes intermedios, principalmente de la industria siderometalúrgica y la química.
Exportaciones españolas
La composición de las exportaciones de España a la Unión Soviética ha sido algo más diversificada que la de las importaciones, aun cuando también en este ámbito puede apreciarse un alto grado de concentración. Los cinco capítulos siguientes han aportado en 1988 más de la mitad del valor global de las exportaciones: pentóxido de difósforo, ácido fosfórico y ácidos polifosfóricos; tubos y perfiles huecos, de hierro o de acero; cinc en bruto; barras, perfiles, flejes y chapas de hierro o de acero, y máquinas y aparatos para lavar, limpiar, etcétera, los hilados o manufacturas textiles.
Puede comprobarse, en consecuencia, que las exportaciones españolas se han sustentado en los productos químicos, los minerales y la primera transformación de los metales. Las exportaciones de maquinaria y equipo de transporte tradicionalmente han tenido escasa importancia y sólo muy recientemente han presentado alguna significación. También merece ser subrayada la débil posición exportadora de España en bienes de consumo, que no han pasado de ser un elemento residual en las relaciones comerciales con la Unión Soviética.
La Unión Soviética desea modificar el contenido de las relaciones comerciales con los países occidentales. Sus exportaciones son fundamentalmente de productos básicos y presentan un fuerte componente tradicional. Sin embargo, la reforma económica en la URSS pretende aumentar la importancia de las manufacturas en la estructura exportadora, sobre todo maquinaria y equipo de transporte, ofertando productos con calidad suficiente como para ser comercializados en los mercados internacionales.
En cuanto a las exportaciones de España a la URSS, puede señalarse que están dominadas por productos tradicionales, con un grado de elaboración bajo, y cuya demanda en el mercado soviético tenderá a crecer lentamente, o incluso se estancará. La política industrial emprendida por la Unión Soviética, aun cuando todavía su aplicación sea muy incipiente, pretende la reconstrucción del tejido productivo mediante la orientación de las inversiones hacia aquellas ramas que aseguran la introducción de los nuevos sistemas tecnológicos.
Todo ello supone que las posibilidades de colocar productos españoles en el mercado soviético se han ensanchado. En esta coyuntura, España puede disfrutar, incluso, de una posición ventajosa respecto a otros países en la comercialización de productos agrarios y otros artículos de consumo, bienes de equipo adaptados a establecimientos industriales de medianas dimensiones y, en general, productos que incorporan una tecnología intermedia.
Fernando Luengo es profesor en el Departamento de Economía Internacional y Desarrollo y miembro del Centro de Estudios de Países Socialistas.
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