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FALLAS DE VALENCIA

El toro costalero

Salió el toro costalero. No es que se llamara Costalero; es que lo era. Salió en sexto lugar, para alegría de la afición y descanso del caballo de picar. Se comportaba el toro costalero según la norma de los mansos; o sea que, al sentir la quemazón de la puya, huía al galope, y así estuvo un rato, correteando redondel. Hasta que tropezó con el picador de tanda, se metió debajo del caballo, asomó la cabezota por el otro lado, y se echó a las costillas todo el tinglado de caballo, caballista, petos, fierros, cinchas, un castoreño, que componen la acorazada de picar.

Los caballos suelen tener pánico de los toros (se exceptúan los de rejoneo, pues les corre por las venas sangre cañí); por eso a los de picar les tapan los ojos, y al.aupado le ocurriría lo mismo, pero cuando comprobó que lejos de pasarle nada grave se sentía suavemente mecido sobre los tibios lomos de la fiera costalera, le entró una gran ernoción y lágrimas como garbanzos le resbalaban por la acaballada carota hasta humedecerle los belfos.

Vázquez / Soro, Viña, Soro II

Cinco toros de Alejandro Vázquez, desiguales de presencia pero con trapío, mansos y broncos; 1º de Moro hermanos, serio, inválido. El Soro: bajonazo descarado (ovación y saludos); pinchazo y bajonazo; la presidencia le perdonó un aviso (palmas). Rafi de la Viña: pinchazo, estocada corta baja y descabello (silencio); tres pinchazos bajos, estocada corta baja -aviso con retraso- y dos descabellos (silencio). Soro II: bajozano trasero (silencio); siete pinchazos, rueda de peones y tres descabellos (palmas). Plaza de Valencia, 14 de marzo. Quinta corrida fallera.

La insólita escena divirtió al público, que lo celebraba con grandes braceos y ruidosas carcajadas. Muchos juraban no haber visto nada igual en todos los días de sus vidas. Y aunque tampoco sería para tanto, les resarció de los malos ratos que había producido la mala corrida. Nadie confiaba en que la malá corrida habría de enderezarse después. ¿Cómo, con ese toraco, manso, bronco y costalero?

Pues se enderezó, lo que son las cosas, porque se hizo presente Soro Il con arrestos de legionario, dobló por bajo al toraco manso-bronco-costalero y, sometido que lo tuvo, ligó dos tandas de redondos, otras dos de naturales con los consiguientes pases de pecho, instrumentó ayudados a dos manos engarzados con un molinete, y esa fue una emocionante, torera, espléndida faena, merecedora de cuantos hortores especifica la tauromaquia en semejantes casos.

Luego los honores se quedarían en nada, palmas cariñosas y gracias, ya que Soro II mató a la última. Los arrestos legionarios no le alcanzaron hasta el volapié, es evidente; si llega a entrar a matar antes, quizá... Estos toreros tan quebradizos deberían medir su ración de valor con cronómetro. Ahora bien, ahí quedó la faena, enjundiosa y torera, y además frente a un toro difícil. Quienes pitaron a Soret en el toro anterior por no consentir las descompuestas embestidas de un colorao dotado de seria arboladura y bastante malauva, estaban arrepentidísimos.

Rafi de la Viña también tuvo toros de feo estilo. Uno desarrollaba sentido y entre amagaduras y coladas le llegó a derribar; otro sólo admitía pases por el pitón derecho, al morucho estilo, y lógicamente los redondos que le instrumentó Rafi de la Viña no pudieron ser lucidos.

Al hermano mayor de Soro II, en los carteles El Soro a secas, lo mismo le importó la aborregada invalidez del primer torete que la dureza del cuajado torazo cuarto, y muleteó esforzado, penduló muletas ahogando las embestidas, intercaló rodillazos, excesos que una parte de la plaza tomó a bien, otra a mal, y al resto le trajo sin cuidado. Banderilleó con facilidad y tampoco despertó excesivos entusiasmos. La gente no estaba ayer demasiado sorera. La gente sólo estuvo sorerasegunda, y eso al final, para el más tierno de los Soro. Si no llega a ser por Soro el menut y el toro costalero, la tarde habría resultado de abrigo.

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