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Madurez

Manuel Vicent

A esta altura de la vida uno ya sólo aspira a ser decente y a estar delgado, a comer pequeñas raciones de alimentos muy seleccionados, a sorprenderse de que salga el sol cada día. Todas las doctrinas han pasado y el aceite de oliva permanece; todos los imperios han caído y, no obstante, dentro de ti la ascética puede levantar un baluarte que nunca será derribado. También la juventud ha huido hacia otras playas, hacia otros cuerpos. Brindemos. Que nadie llore por los días perdidos, por los placeres que uno sacrificó a la prudencia, por los impulsos ahogados. Hay que levantar la copa con melancolía y brindar por la antigua hermosura, por la memoria de aquellas horas. Ahora la madurez consiste en ir secándose con elegancia hasta convertir tu carne en una cecina de gran calidad, bien curada. Desecha cualquier pensamiento que te lleve a aquellos sueños que no pudiste realizar, pon los pies dentro de una acequia y deja que la historia fluya como el agua. Las teorías políticas, creencias religiosas, convicciones morales y disquisiciones filosóficas discurrirán acariciándote el calcañal, mientras el mundo se cae a pedazos. Las grandes utopías han desaparecido, todos los profetas han sido burlados, el futuro ya no existe. Mas he aquí algunos bienes que en medio de tanto azar siempre quedarán en pie: comer delicadas verduras, cultivar la amistad, amar a los que te quieren, ser decente, gastar poco, estar flaco. Ninguna filosofía es más profunda que un tomate. Cuando ya no puedas aferrarte a ninguna doctrina tu perro seguirá moviendo el rabo y aún quedará la luz del aceite de oliva, la bondad del corazón, la ensalada de apio, la ternura ante el dolor y una agradable conversación con los amigos en el interior del aroma de café. Hoy los negocios más oscuros se hacen en despachos de cristal muy transparente y el lujo ha alcanzado por fin el brillo de una salchicha. Para defenderse sólo está la austeridad. Al pie de ese baluarte hay que ir secándose con elegancia sin desear nada más sino algunos alimentos muy seleccionados y todo el mar.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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