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Palos de gala

El enfrentamiento de policía y manifestantes durante el gran baile de la ópera de Viena causó 70 heridos

Alrededor de 70 heridos causó la batalla campal entre la policía y manifestantes durante el gran baile de la Ópera de Viena que se convirtió en noche de gala para unos y de palos para otros. Tres mil policías ocuparon el centro de la ciudad la tarde del jueves, convirtiéndola en una cárcel al aire libre para mantener alejados del teatro a igual número de personas que se manifestaban contra la ostentación del gran acontecimiento social vienés.

, En los hoteles de lujo, como el Bristol, ubicados en la Ringstrasse se preparaban las limusinas negras para llevar a los invitados internacionales al evento del año. Magnates financieros europeos, algunos aristócratas, ministros de Estado. Algunos ausentes, como Alexander Dubcek, que a última hora se excusó, según fuentes cercanas a éste, para evitar un encuentro público y, embarazoso con el presidente austriaco, Kurt Waldheim, acusado de haber mentido sobre su pasado en la época nazi. La Ringstrasse, una ancha avenida con monumentos arquitectónicos de la época de la monarquía, fue ocupada por la policia en una opieración que costó 100 millones de pesetas El tránsito de automóviles se suspendió, con algunas excep ciones, para dejar pasar el Mercedes negro de Waldheim.

Graduados

Waldheim llegó a la ópera para abrir el baile, minutos antes de las diez de la noche. Se bajó del automóvil con su esposa, Elisa beth, o Liselotte, como se hacía llamar durante el III Reich. Un periodista de la BIBC se acerca: "¿Está entusiasmado de venir al baile de la ópera?". Waldheim: "Sí". "¿No le inquietan los manifestantes que protestan muy cerca de aquí?". Waldheim: "No". Y Kurt Waldheim entró como si no pasara nada y comienzó el baile de los 800 jóvenes graduados, que ensayaron durante meses. Ellas, recién salidas de la pubertad, de blanco y con unas coronitas todas iguales.Para la única velada al año en que el gran teatro no pierde dinero se retiraron las butacas de terciopelo, convirtiendo toda la sala en una pista de baile. Un palco para seis personas costaba entre un millón y 1,5 millones de pesetas.Fuera, las primeras ambu lancias hacen sonar sus sirenas apretando el acelerador en dirección al hospital. Mientras, el Comité para la Democracia Directa, que organizó la protesta invita a los manifestantes a ha blar en un escenario.

Las demostraciones, que este año carecieron de un concepto global, se han transformado en un ritual. indispénsable. En años anteriores, la policía era sorprendida con más chispa: panfletos desde la galería, pintura fosforescente contra los vestidos de lamé, y en un apernball memorable, un grupo de homosexuales se desnudó en la sala en protesta por la segregación. Este año, la policía estaba alertada; convertidos en una muralla humana, los agentes impidieron que los asistentes a la ópera se enteraran de lo que pasaba a unos metros de allí, donde, a pesar de los esfuerzos de algunas damas por conservar la compostura, miles de ellas no pueden evitar mirar hacia el palco donde está Carolina de Mónaco y su marido, Stefano. La princesa conserva su "aire triste", comentó un periodista de la vida social.

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