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'Si fumas ve al médico'

Muchos adictos al tabaco padecen bronquitis crónica o enfisema pulmonar sin enterarse

Milagros Pérez Oliva

No todos los fumadores tienen la misma tolerancia al tabaco. Por eso los recalcitrantes pueden acogerse a la manida excusa de que mi abuelo fumaba como un carretero y murió a los 90". Pero si buscan a su alrededor no les será difícil encontrar un conocido que murió a los 60 por un cáncer o un enfisema pulmonar causado por el tabaco. Y es que, además del riesgo de cáncer, el hábito de fumar es el causante de la afección respiratoria más común: entre el 10% y el 20% de los hombres de más de 40 años desarrollan lo que se denomina enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Pero lo grave de esta afección es que se desarrolla durante muchos años en silencio, y cuando los síntomas aparecen puede ser demasiado tarde

Si fumas, ve al médico. Este es el eslógan que, parafraseando a Stevie Wonder, podría concluirse del II Simposio sobre Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), celebrado los pasados días 1 y 2 de febrero en la residencia Germans Trias i Pujol (Can Ruti) de Badalona. EPOC engloba diversas manifestaciones de la misma patología respiratoria, diagnosticada en unos casos como enfisema pulmonar, en otros como bronquitis crónica y también como obstrucción crónica del flujo aéreo."Se trata de diversas situaciones que abocan siempre en una obstrucción anatómica o funcional de los bronquios, de una pérdida anormal, progresiva e irreversible de la capacidad respiratoria", explica Josep Morera, jefe del servicio de Neumología de la residencia de Can Ruti y presidente del simposio.

La máxima capacidad respiratoria se alcanza en torno a los 20 años. A partir de esa edad, todas las personas sufren un descenso paulatino de la misma, pero si no concurren factores de distorsión, al ritmo de pérdida normal, el individuo llega a los 70 u 80 años con el 70% de su capacidad respiratoria, lo que no le supone ninguna merma.

Uno de cada cinco

Pero si el aparato respiratorio es sometido a una agresión permanente y continuada como es el hábito de fumar, ese proceso puede acelerarse de tal modo que a los 40 años un fumador puede tener la capacidad respitatoria que le correspondería a los 80 y a los 60 conservar únicamente el 30%, porcentaje que implica ya una situación de total invalidez. En España, la incidencia de la invalidez a causa de EPOC es de 60 por cada 100.000 habitantes.

Si el ritmo de pérdida en una persona no fumadora es de 20 centímetros cúbicos anuales, en algunos fumadores alcanza entre 100 y 200 centímetros cúbicos al año. Exactamente en uno de cada cinco. Dicho de otro modo: el 20% de los fumadores acaba sufriendo una enfermedad pulmonar obstructiva crónica a partir de los 50 años.

No se sabe exactamente por qué razón, pero no todos los fumadores son igualmente susceptibles al tabaco. De hecho, en el ámbito estrictamente respiratorio -otra cosa es el riesgo de cáncer-, cuatro de cada cinco fumadores sufren una pérdida respiratoria ligeramente superior a los no fumadores, de modo que no llegan a padecer nunca EPOC por esta causa. De ahí que algunos grandes fumadores puedan alardear de larga vida, y otros más moderados caigan en el enfisema.

Pérdida irrecuperable

Si un fumador es susceptible, el proceso es absolutamente irremisible. Con el agravante de que puede estar desarrollando la enfermedad durante veinte, treinta o más años sin enterarse. Cuando aparecen los primeros síntomas, la pérdida puede ser ya muy acusada. "Y lo que se ha perdido es irrecuperable", afirma el doctor Morera. "Si un paciente deja de fumar, recuperará el ritmo normal de pérdida, pero a partir de la capacidad que le quede en ese momento", añade.

"Lo mejor es dejar de fumar en cualquier caso, porque así se elimina tanto el riesgo respiratorio como el de cáncer", afirma Josep Morera. Pero si no se quiere o no se puede dejar el tabaco, al menos se puede determinar si se es o no susceptible al tabaco. Porque una cosa es pensar "bueno, no será tan malo" o de "algo tenemos que morir" cuando no se tiene ninguna certeza del daño, y otra pensarlo cuando un médico ha determinado ya que galopa hacia el enfisema.

La espirometría es la prueba que permite medir el volumen expiratorio máximo por segundo y establecer, en consecuencia, si el paciente tiene una capacidad respiratoria inferior a la que el correspondería por edad. Si esta pérdida es progresiva y se confirma en posteriores análisis, está claro que el paciente está desarrollando un EPOC, aunque de momento no note sus efectos.

De ahí la conveniencia de cumplir el eslogan antes mencionado. "La única forma de lograr un diagnóstico precoz es hacer espirometrías de forma generalizada y regular", dijo el profesor D. Rodestein en el simposio. "Esta prueba debería practicarse de forma rutinaria, como tomar la tensión o analizar el nivel de azúcar en sangre", añade el doctor Morera. La prevención es el objetivo terapéutico más sensato frente a esta patología de tan elevado coste social porque, como expuso W. Mac-Nee, las expectativas de tratamiento siguen siendo muy poco alentadoras.

Una tosecilla de nada

El fumador susceptible a desarrollar un enfisema pulmonar o una bronquitis crónica suele enterarse tarde del daño que le está provocando el tabaco Comienza con una ligera carraspera, o tal vez con una tosecilla insistente e inoportuna "Cualquier tos o expectoración que dure más de 90 días al año, no necesariamente seguidos, es síntoma de EPOC", afirma Josep Morera. "Pero esto no debe tranquilizar a quien no tosa", añade. "El fumador tiende a minusvalorar sus propios síntomas. Los disimula. Siempre encuentra otra explicación. Pero un individuo sano no tienen por qué toser nada. Y si tose, por poco que sea, algo ocurre". "Si era una tosecilla de nada", dicen muchos pacientes cuando el médico les confirma que sufren EPOC. Otro síntoma es el ahogo, la disnea. Pero en este caso, cuando se produce, la enfermedad está ya muy avanzada."Hay pacientes que no presentan tos, y cuando entran en disnea ya han perdido más del 50% de su capacidad respiratoria y están cercanos a la invalidez". Se alcanza este estadio cuando se ha perdido aproximadamente el 70% de la capacidad respiratoria, y la supervivencia, siempre limitada, depende de la administración permanente de oxígeno (ver cuadro adjunto).

Si a los 40 años se diagnostica una pérdida del 40% de capacidad respiratoria y el paciente deja de fumar, reducirá la caída brusca y recuperará el ritmo normal de pérdida, pero a partir del 60% de capacidad. "Cuanta mayor es la capacidad perdida, mayor es la dificultad para recuperar el ritmo normal de pérdida", añade el doctor Morera.

"De modo que, desde una óptica de salud pública, esta patología debe ser combatida de tres formas: primero evitar que la gente comience a fumar; segundo, intentar que los que fuman, dejen de hacerlo; y tercero, si no lo dejan, intentar que al menos se hagan una espirometría para saber si son o no susceptibles y si están desarrollando un EPOC", afirma.

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