Zulema Yoma
Un huracán en la familia presidencial argentina
Zulema Yoma, la primera dama argentina, ha abandonado la residencia oficial de Olivos, tras denunciar la presencia de micrófonos y acusar al personal de la central telefónica de no pasarle las llamadas. Por si fuera poco, Zulema ha invadido las portadas de las revistas y declara sobre su marido, el presidente Carlos Menem, que "lo que más me molesta de él es que sea tan mujeriego".Algunos medios titulan con Huracán Zulema y otros le dan un toque de historieta cómica cuando la llaman Zulema, capitana, pero no faltan los que hablan ya de "una cuestión de Estado". Las relaciones de Menem con su mujer, Zulema, de 46 años, fueron tormentosas en el pasado. La demanda de divorcio llegó a recorrer los vericuetos de la justicia. En la primavera de 1987, pocos días antes de la fase final de la interna para elegir al candidato presidencial peronista, Carlos y Zulema se reconciliaron, con la mediación, nada menos, del nuncio de Su Santidad en Buenos Aires. Se atribuye al diplomático la frase de que lo hiciesen por los dos hijos del matrimonio, "y además son votos".
La investigación en la residencia Olivos, tras las denuncias de la temperamental Zulema, una mujer que nunca renunció a su fe musulmana, sacó a relucir que el lugar era una ensalada de cables y proliferaban por todas partes los sistemas ilegales de escucha. El Gobierno reaccionó sin grandes aspavientos. El mismo Menem dijo que él, cuando tenía que tratar algo confidencial, no lo hacía por teléfono. Daba la impresión de que se trataba de reducir el Olivosgate a una salida de tono de la explosiva Zulema. Si este cálculo existió en las mentes de Menem y su Gobierno, no cabe duda de que ha fallado. El huracán no ha hecho más que comenzar a soplar.
Todo parece indicar que a la crisis económica y las disputas entre dos centrales sindicales, dos sectores militares y varias versiones del peronismo hay que añadir una interna en la familia presidencial. Al menos eso se deduce de las páginas de las revistas de la semana pasada, llenas de declaraciones de Zulema, que no tiene precisamente pelos en la lengua.
Portada y seis páginas dedicó al tema la revista Gente, y la misma dosis en Noticias. Ayer, hasta el diario de orientación comunista Nuevo Sur dedicó toda su contraportada a una entrevista con Zulema. La primera dama, que se ha instalado en el piso que la familia posee en el elegante barrio Norte de Buenos Aires, arremete en Nuevo Sur contra "la gente corrupta y de mala memoria", y dice que "por eso me atacan, porque yo no me olvido de cuando íbamos en caravana con el menemóvil y la gente nos besaba las manos y con lágrimas en los ojos nos pedía que no nos olvidáramos de ellos. Después, algunos políticos que nos acompañaban no hacían más que sentarse en el automóvil y pensar en el cargo que iban a desempeñar en el Gabinete de mi marido".
Añade Zulema que "esos políticos" no soportan que los reproches los haga una mujer, "porque hay un machismo recalcitrante, y eso se nota en cosas insignificantes, como, por ejemplo, en los desfiles militares. Primero saludan a mi marido, después al vicepresidente, luego al ministro de Defensa y por último a mí". Declara Zulema que "no, no soy feliz, y el que diga que es totalmente feliz miente. Mi única felicidad es ver bien a mis hijos". Sobre su marido ha dicho que "no quiero hablar mal de Carlos, pero si tengo que ser sincera, lo que más me molesta de él es que sea tan mujeriego, pero creo que hasta eso forma parte de su profesión como político".
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