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EDUCACIÓN

Los estudiantes italianos contestan la reforma universitaria, mientras los centros siguen cerrados

Juan Arias

Una marea de jóvenes estudiantes (50.000 según la policía, 100.000 según los sindicatos) ha invadido pacífica, alegre e irónicamente el centro de Roma el pasado sábado para protestar contra las deficiencias de la escuela italiana y para pedir la dimisión del ministro de la Universidad, el socialista Antonio Ruberti, autor de la ley de reforma universitaria. Los estudiantes rechazan de pleno esta ley, a la que acusan de entregar el control de la enseñanza a entidades privadas.

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Las claves de la contestación

Los miles de jóvenes, casi todos estudiantes de bachillerato, que invadieron la capital italiana el pasado fin de semana contaron con el apoyo de universitarios procedentes de las facultades que, del norte al sur del país, llevan ocupadas desde hace más de un mes, en una lucha sin cuartel contra la ley de Ruberti, a quien han apellidado Rubertescu.Este despertar de los estudiantes italianos, el más imponente que se ha conocido desde los años sesenta, ha sido calificado por ellos mismos como movimiento 90, pero se le conoce también con el nombre de revolución del telefax. La ocupación de las facultades por miles de estudiantes se inició en Palermo y se ha contagiado a todas las ciudades de Italia. Unos y otros se comunican entre sí y con los periodistas mediante el telefax.

Estos estudiantes no se identifican con los de 1968, pero tienen en común una fuerte capacidad de fantasía. Se pudo palpar el sábado, durante la manifestación en los textos de sus pancartas: "Vista la miseria de lo posible, probemos lo imposible", decía una de ellas. La de los estudiantes del conservatorio rezaba "Querernos afinar la escuela".

Para representar al estudiante del año 2000 que, según ellos, proyectan los políticos con la nueva ley, construyeron un muñeco gigante cuyo cuerpo era un cajón de cartón en forma de teclado de un ordenador, y en vez de la cabeza, un enorme televisor. "Sed arena y no aceite en el engranaje del poder", pedían a quienes pueden y quieren ayudarles.

La respuesta, la más inesperada, les llegó del mismo presidente de la República, Francesco Cossiga, que en la clausura de una Conferencia Nacional sobre la Escuela que se había celebrado durante cinco días en Roma, en la que participaron más de 1.200 expertos, políticos y empresarios, pero ningún estudiante, afirmó: "Hay que saber entender cuál es el fondo de la protesta de los estudiantes, y no pararse en la forma. ¿Quién de nosotros, de ustedes, no protestó en sus años mozos contra algo que no funcionaba en la escuela?".

Este movimiento 90, que quiere convertirse en un verdadero sujeto político para poder tener voz y voto en la reforma universitaria y escolar que está sobre el tapete, empezó en Palermo, capital de Sicilia. De otra capital del Sur, Nápoles, nació la idea de la manifestación nacional de estudiantes que se ha celebrado el sábado en Roma.

Miedo del sur

El motivo es muy sencillo: el corazón de la nueva ley de reforma de la Universidad presentada por el ministro socialista Ruberti plantea el delicado problema de la autonomía de la Universidad, por una parte, cosa en sí positiva, y el de la financiación de la investigación en la Universidad, que debería recaer en gran parte sobre fondos privados, es decir, sobre las empresas.Aquí nace el temor de los universitarios, sobre todo de los del sur. Se teme que la autonomía acabe manipulada por las industrias privadas y que éstas prefieran financiar sólo las facultades y los estudios que a ellas les interesen, empezando por la enseñanza militar. De ahí que los estudiantes griten que "la Universidad no es un supermercado" y que se hayan negado rotundamente a lo que ellos llaman "la privatización de la Universidad".

Los que primero han subrayado el peligro han sido los estudiantes del Sur, que temen ser penalizados, ya que las empresas podrían volcar sus ayudas en las universidades del Norte y porque, siendo en el Sur donde abundan las facultades no científicas, sino humanistas, acaben siendo las cenicientas de la Universidad italiana.

El ministro Ruberti cree que los estudiantes no han entendido el espíritu de la reforma, que tiende a dar una verdadera autonomía a las facultades hoy paralizadas por la burocracia central romana. Añade que en todos los países donde la investigación universitaria funciona, como en Estados Unidos, está sufragada por capitales privados, ya que al Estado le es imposible hacerse cargo de todo.

Realistas, educados y pacíficos

La protesta estudiantil no es ideológica. Pide profesores más preparados y con más dedicación, mayor participación, laboratorios mejor dotados, estructuras menos arcaicas y bibliotecas actualizadas.Son realistas y hasta educados. Y pacíficos. En el mes de ocupación de facultades y despachos de catedráticos no se ha producido ningún incidente. Por las mañanas todo aparece limpio como un espejo. Sus blancos son, además del ministro Ruberti, el presidente Andreotti, el socialista Craxi y Berlusconi, a quienes consideran los soportes de un nuevo régimen conservador que se pretende implantar en este país.

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