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Reportaje:EL ESCRITOR ROMPE SU SILENCIO

Rushdie: "Puedo defender mi novela, pero no mi vida"

El autor de 'Los versos satánicos' habla desde su escondite

Rushdie se describe a sí mismo en este ensayo como "secular, pluralista, ecléctico". Niega los cargos de blasfemia, se lamenta del daño hecho durante el año pasado a las relaciones raciales, y expresa la esperanza de "encontrar una salida hacia adelante que podría encontrarse en el mutuo reconocimiento del mutuo dolor".Estuve con Rushdie la semana pasada, casi un año después del fatwa del fallecido Ayatolah Jomeini, el edicto religioso que exigía su muerte por blasfemia contra el Islam. Su paradero es un secreto estrictamente guardado, y debo dejar claro que siempre fue, y sigue siendo, un secreto para mí. Pero pudimos reunirnos en una cita establecida exclusivamente para la entrevista.

Se le ve saludable y relajado, y se sentía mejor, dijo, por haber escrito un artículo, que lo ha "liberado del peso que tenía sobre los hombros. Ha sido el texto más difícil que he tenido que escribir en mi vida".

Lluvia

Fuera, tras la cortina que cubre la ventana, llueve con fuerza; dentro tomamos el té. Le pregunto por qué ha escogido este momento para romper su silencio.

"Durante mucho tiempo pensé que sería mejor que otras personas se encargaran del asunto. Y también pensé que sería elocuente no decir nada: aquí hay alguien que se ocupa del lenguaje, y que ahora es incapaz de hablar. Pero siempre supe que llegaría el momento en que la gente estaría preparada para escuchar nuevamente y, aunque estoy en una posición difícil para saber a ciencia cierta qué es lo que está pasando en el país, pensé que el momento había llegado".

"Quería explicar que con los acontecimientos del año pasado mis respuestas en muchos casos han sido similares a aquellas de los musulmanes que me han atacado a mí: me siento horrorizado ante la idea de que el Frente Nacional pueda utilizar mi nombre como una forma de ridiculizar a los asiáticos y quiero dejar esto claro: ellos no son mi equipo, ellos no son mis aliados".

También se siente abrumado por la violencia de ciertos musulmanes, y critica la decisión la pasada semana, de no procesar a Kalim Siddiqui por incitar al asesinato. "Si alguien es visto en un canal de televisión nacional reclamando la muerte de otra persona y dirigiendo a 300 más en un canto de muerte, pregunto: ¿Si eso no es una evidencia suficiente, qué es? Como hombre de leyes lo encuentro asombroso, y como objeto del ataque encuentro indignante el que le parezca bien a la gente que alguien vaya por todo el país pidiendo mi muerte. Tengo una opinión muy simple al respecto: ellos están pidiendo mi muerte y yo creo que es una mala idea".

Los perfiles de Rushdie publicados en la prensa se han empeñado en mostrar una notable adaptabilidad de este hombre frente a la intensa presión psicológica. Pero nadie debe dudar que ha sufrido tremendamente; siempre ha sido una persona gregaria y la imposibilidad de obtener los pequeños placeres humanos ha sido dura.

"Lo más difícil ha sido para mí aceptar el no poder dar un paseo por la calle, no poder entrar a una librería, no poder ir al cine, todo ese tipo de cosas triviales que no aprecias hasta que no te hacen falta. Todo lo que ellas aportan a tu vida".

Pero sus amigos reconocen que la amenaza de muerte lo ha cambiado, e incluso que lo ha mejorado. ¿Le ha quedado por lo menos el consuelo de aprender a conocerse a sí mismo? "Mire, no es gran cosa", afirma como quitándole importancia a lo que dice. "Uno trata de llevar lo mejor que puede una situación así pero eso no significa que sea una experiencia positiva. Si alguien me hubiese dicho en su momento que tales y tales cosas me iban a suceder durante el próximo año, no me habría sentido muy confiado en mi habilidad para superarlo. Afortunadamente, hasta ahora, he podido. Pero no se lo recomiendo a nadie como una forma de aprender acerca de sí mismo. Debe haber otras mejores".

Rushdie ha trabajado. "No de una forma normal, y ha habido momentos en que no podía hacer nada. Pero ahora, toco madera, me va bien. Y no hay duda de que cuando eso va bien es más fácil manejar la situación en la que me encuentro. Solo cuando un escritor escribe se encuentra a sí mismo".

Está a punto de terminar un libro infantil, pone a punto una colección de ensayos, y tiene escrita la sinopsis de una novela, "una sin narices mágicas ni nada satánico" y que no pueda ser políticamente polémica. "Pero entonces pensé que Los versos satánicos habían sido una novela introspectiva y personal, y no una política. Claro, al final resultó siendo así. Un gran malentendido, con seguridad".

Ha tenido novelas para leer y para releer: Moby Dick, Ulises y Tristram Shandy. Ha estado leyendo también poesía ("Walcott, Milosz y mucha poesía norteamericana. Ello te centra como novelista"), e incluso la ha escrito. Ha estado leyendo además -"por razones obvias"- escritores de la Ilustración del XVIII como Rousseau, Diderot y Voltaire. "Es sorprendente pensar todo lo que se ha escrito sobre ellos como precursores de la libertad de expresión en Europa, y darte cuenta lo que en realidad les sucedió a estos individuos durante su vida: fueron perseguidos, prohibidos, humillados y acusados de blasfemia".

Admite que ve mucha televisión basura. "Me enganché a una serie llamada Capital City, sobre banqueros yuppies, que se mantuvo cuando mis otras favoritas -Dallas, Dinastía y Treinta y tantos- terminaron. Como he tenido muchas veladas nocturnas en soledad también me he convertido en un adicto del rugby".

Rushdie ha sido descrito como "obsesivo" y "egocéntrico". Conmigo parecía contento de hablar de cosas ajenas a su trabajo, y no menos de conversar sobre cómo el mundo ha cambiado durante el año pasado. "En circunstancias normales hubiera tomado el primer avión para bailar sobre la muralla de Berlín. Sentí mucha envidia de mis amigos que pudieron hacerlo. Pensé que me había perdido uno de los grandes momentos de nuestro tiempo".

"Durante semanas y semanas las noticias parecían ser cada vez mejores, era asombroso. Aquellos de nosotros que éramos jóvenes en 1968 solíamos hablar de ese momento como el gran cambio del poder hacia el pueblo. Pero en realidad, nada cambió, unos cuantos muchachos corrieron por las calles perseguidos por la policía, y eso fue todo. En cambio ahora sí que sucedió algo. Y lo que me hace optimista es que los que estaban en el poder parecían inteligentes y comedidos. Es conmovedor encontrar que cuando la gente toma el control político son mucho más razonables que los políticos".

"El tener a un escritor serio corno Vaclav Havel dirigiendo un país, y posiblemente dos escritores dirigiendo países, si Vargas Llosa gana las elecciones en Perú, es un signo de que quizá el mundo es un lugar menos desesperanzador de lo que yo pensaba que era. Sería maravilloso que eso suceda aquí". ¿Significa eso que todavía es hostil a la Señora Tortura (Thatcher)? ¿No ha cambiado su actitud hacia el Estado Británico?

"Si, es muy simple, si alguien da pasos para proteger tu vida cuando está seriamente amenazada te sientes más tolerante de lo que eras antes. Así, a un nivel personal mis sentimientos hacia el gobierno británico han cambiado, y a eso se añade el que el partido que yo siempre apoyé, el partido laborista, ha encabezado ataques hacia mí, aunque he encontrado entre ellos personas que me han dado un gran apoyo, como Michel Foot. Tal vez empiece a utilizar un nuevo lenguaje para hablar de los conservadores ahora, y no haré apologías. Pienso mejor de los tories por una razón trivial: han salvado mi vida".

En público

Hace pocas semanas Paul Johnson se preguntaba por qué Rushdie no podía aparecer en público ahora, ¿puede su vida correr más peligro que la de Margaret Thatcher, por ejemplo? El próximo martes una conferencia que escribió sobre la conexión de literatura, política y religión -pero que no alude directamente a Los versos satánicos- será ofrecida, en su representación, por Harold Pinter, en el Instituto de Artes Contemporáneas de Londres. Le pregunté por la posibilidad de leerla él mismo.

"Me pasó por la mente, y si hubiese dependido de mí lo hubiera hecho. Pero hay gente a la que debo consultar sobre mis movimientos y me aconsejaron que no lo haga. Puedo asegurar a Paul Johrison que no hay nadie más ansioso que yo de reasumir mi vida. Pero tengo razones para no hacerlo".

Y un día...

"Me siento optimista sobre ello porque, ¿cuál es la alternativa? Ser pesimista, y eso no me resulta divertido".

Algunos han dicho de él que es arrogante, y que la convicción de su propia valía le ha ayudado a superar esta experiencia. Pero, ¿ha tenido momentos de duda?

"Cada día, más de una vez, por supuesto. Pero he releído mi libro, aunque releer los propios libros es algo que los escritores odian, y pienso sinceramente que no hay ninguna frase que no pueda justificar. No me importaría revisarlo con alguien y hablar sobre cualquier página, esta es una oferta que hago. Pero es difícil que una discusión así tenga lugar en una atmósfera de violencia".

Nos despedimos. Sus últimas palabras fueron: "Puedo defender la estructura de mi novela las imágenes que utiliza, el lenguaje que desarrolla. Eso sería bastante sencillo. Lo difícil es tener que defender mi vida".

Copyright The Independent / EL PAÍS.

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