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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Camboya y la responsabilidad occidental

Enhorabuena por su editorial sobre Camboya (véase EL PAIS, 15-1-1990), que se estaba haciendo esperar. Con todo, en el mismo parece atribuirse a China la mayor parte de la responsabilidad de lo que allí ocurre, olvidando el muy activo y nada edificante papel que los países occidentales, dirigidos por EE UU, han venido desempeñando todos estos años. La actitud occidental ha coadyuvado decisivamente al actual riesgo de una vuelta al poder de los sanguinarios jemeres rojos.

En efecto, hace apenas dos meses, en noviembre de 1989, y después de la retirada de las tropas vietnamitas, los países occidentales (incluyendo los de la CE, con excepción de Bélgica, Irlanda y Portugal) apoyaron en la ONU una resolución que otorga una vez más a los jemeres rojos (coligados con otros dos grupos de menor entidad relativa: el del propio príncipe Sihanuk y el de Son Sann) la condición de legítimo Gobierno de Camboya.

Pero la cosa viene de lejos. Según ha recordado Edward Mortimer en un artículo demoledor (véase Financial Times, 31-10-1989), tras la invasión vietnamita de 1979 fue "EE UU quien incitó a China y Tailandia para que ayudaran a los jemeres rojos a reconstruir sus fuerzas, al tiempo que en la ONU los países occidentales se aliaron con la mayor parte de los del Tercer Mundo para sostener al Gobierno de los jemeres rojos, ampliándose éste a partir de 1982 para constituir una coalición que, aunque nominalmente presidida por el príncipe Norodom Sihanuk, sigue bajo el control efectivo de los jemeres rojos". De hecho, son éstos quienes dirigen su política exterior.

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Así pues, China quizá tenga, como dice el editorialista, la llave del conflicto", pero los países occidentales pueden hacer aún mucho para instar a los dirigentes chinos a entrar en razón. Podrían empezar por predicar con el ejemplo y retirar inequívocamente cualquier clase de apoyo más o menos encubierto a unos genocidas que -conviene recordarlo- en cuatro años de gobierno asesinaron a más de un millón de camboyanos, de un total de siete millones.-

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