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LA CONVULSIÓN EN EL ESTE

"Siento como si hijo estuviera en Afganistán"

Las madres soviéticas lloran por los soldados enviados al Cáucaso

Pilar Bonet

P. B. "Me siento como si mi hijo estuviera en Afganistán. Cuando sacaron las tropas soviéticas de allí, yo estaba dispuesta a rezarle a Mijaíl Sergueievich [Gorbachov]. Afganistán duró mucho tiempo. Yo sabía que mi hijo iba creciendo, y que sólo un milagro podía evitar que acabara allí. Y ahora, de repente, mi hijo se encuentra en una situación similar". Así, entre sollozos contenidos, Liubov Kuznetsova narra la pesadilla que padece como madre de un soldado soviético destacado actualmente en Azerbaiyán para restablecer el orden en esa lejana república.

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Liubov Kuznetsova, economista en una fábrica de vagones, crió sola -con un sueldo de 170 rublos- a su hijo, Serguei de 19 años, cuya última carta recibida está fechada en Kirovabad (ahora Gandzha), a principios de mes.Serguei Kuznetsov acabó la escuela técnica y quería trabajar de guardabosques antes de ser llamado a filas el verano pasado. Es un joven soviético corriente, a juzgar por las huellas de su presencia en el piso materno: una colección de discos pop que su madre sigue poniendo al día con los últimos éxitos de Nautilius Pompilius, un calendario de 1989 con la imagen de una sugerente joven en bikini de cuero, y una foto dedicada a su madre. Es el retrato de un chico rubio, en uniforme de infantería de Marina, el mismo uniforme que llevaba en Afganistán.

Las madres rusas están tan movilizadas como sus hijos. Al norte del Cáucaso, en las regiones de Staropol, Krasnodar y Rostov, las madres reaccionaron a la leva de reservistas saliendo a la calle por miles e incluso, según dicen fuentes en Moscú, asaltaron una quincena de centros de reclutamiento y obligaron a poner pies en polvorosa al primer secretario de la región de Krasnodar, Poloskov.

En marcha está la creación de la Liga de Madres de Rusia, y el Comité de Madres de Moscú, con unas 300 socias, según dice María Kirbasova poco antes de salir en una arriesgada misión hacia Bakú.

"Hay que sacarlos de allí"

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"Creo que nuestros chicos rusos no tienen nada que hacer en Azerbaiyán Hay que sacarlos de allí y que hagan el servicio militar en Rusia", dice con voz entrecortada Liubov Kuznetsova. "Allí (en Azerbaiyán) que hagan la mili los de allí. Liubov es categórica. "No veo motivo para arriesgar la vida. La gente estaba en contra de la presencia de las tropas y los chicos no quieren disparar sobre la gente, porque es su propia gente. Cualesquiera que sean sus diferencias, no es cosa nuestra. Deben arreglárselas ellos. La injerencia militar nunca ha traído nada bueno a nadie. Nunca".

De repente, las madres de los soldados rusos han comenzado a hablar de Azerbaiyán como si esta república soviética fuera un país extranjero. Y también repentinamente, se ha establecido una corriente de solidaridad con las madres de los soldados del Báltico que llevan una campaña para que sus hijos sirvan en las repúblicas de origen.

Liubov Kuznetsova considera que los soldados son tratados en el Ejército como si estuvieran desprovistos de derechos. No tienen vacaciones, ni tiempo libre, ni agua caliente en los cuarteles. Es "como estar dos años encerrados". Los soldados no pueden tener nada privado, porque el robo, señala, es algo corriente.

Ahora, de Azerbaiyán no llegan cartas, ni telegramas ni información sobre los hijos, y el Ministerio de Defensa no da explicaciones. Litibov Kuznetsova estuvo en Kirovabad para celebrar el año nuevo con Serguei. Entonces la tensión flotaba en el aire, aunque todo parecía estar tranquilo. "Todas las conversaciones acababan criticando a los armenios. Pero la gente tenía una actitud muy positiva hacia el Ejército. Cuando trasladaron a Serguei desde Lituania, donde pasó los primeros meses de mil¡, a Azerbaiyan, Liubov pensó que las cosas le serían más fáciles. Por lo visto no fue así.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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