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El Gobierno japonés disuelve el Parlamento y convoca elecciones para el 18 de febrero

El Gobierno japonés decidió ayer disolver la Dieta (el Parlamento) y adelantar al próximo 18 de febrero las elecciones a la Cámara baja, en un gesto decidido hace varias semanas y que ha contado con el respaldo de las fuerzas políticas. El principal interés que encierran estos comicios, que debían celebrarse no más tarde de julio de este año, es saber si el Partido Liberal Democrático (PLD) es capaz de conservar la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes o sufre otro descalabro como el del pasado julio en las elecciones parciales para la Cámara de Consejeros.

El mercado bursátil reaccionó con un fuerte descenso al conocerse el anuncio de la disolución de la legislatura.El primer ministro, Toshiki Kaifu, convocó una reunión extraordinaria de su Gabinete para fijar el 18 de febrero como fecha de las elecciones y el 3 del mismo mes como arranque oficial de la campaña electoral. Sin embargo, los principales dirigentes políticos se lanzaron desde ayer mismo a la calle con el fin de caldear el ambiente sobre una votación que despierta expectación ante la posibilidad real, aunque remota, según el juicio de muchos analistas, de que los liberales pierdan por primera vez en 35 años el control del país.

La Cámara baja japonesa cuenta con 512 escaños, de los que 294 están en manos del PLD. Para conservar la mayoría, el Gobierno necesita renovar al menos 257, objetivo que los dirigentes liberales están convencidos de poder alcanzar. El secretario general del PLD, Ichiro Ozawa, ha manifestado que tienen asegurados 235 escaños y que confía en obtener otros 35. Kaifu, por su parte, ha declarado que presentará su dimisión si el partido no renueva la mayoría absoluta.

Nadie duda, en cualquier caso, de que los liberales cederán bastante terreno en las urnas, en beneficio de los socialistas, como castigo por su responsabilidad en los escándalos político-financieros de estos tres últimos años, en especial el famoso caso Recruit y la reforma fiscal, que tanta irritación provocó en el pueblo japonés cuando entró en vigor, en abril de 1989.

La principal causa de la histórica derrota sufrida en julio último por los liberales en las elecciones a la Cámara alta fue la entrada de un impuesto general al consumo del 3%. El Gobierno ha presentado un plan para rebajar esta tasa en los alimentos, pero la oposición, dirigida por los socialistas, insiste en que tiene que ser revocado.

El Partido Socialista, el segundo grupo parlamentario, cuenta con 82 diputados y es más que probable que aumente su fuerza numérica, aunque no tanto como podría haber sucedido si las elecciones se hubieran celebrado poco después de las de julio de 1989, en las que el PLD perdió por primera vez desde 1955 la mayoría absoluta en la Cámara alta, en manos ahora de la oposición.

Techo electoral

Muchos comentaristas opinan que la dirigente socialista, Takako Doi, tocó el techo electoral con su arrollador éxito en las urnas del pasado verano. Desde entonces, Doi, un fenómeno excepcional en una nación controlada por los hombres, no ha lo grado que la oposición no comunista aúne fuerzas en un programa común, pese a los apresura dos retoques reformistas que ha dado su partido en materia de defensa. Los otros dos grupo potencialmente aliados de Doi los budistas del Komeito y los socialdemócratas, escuchan cada vez con más atención los canto de sirena que lanzan los liberales y no es descartable que acepten una oferta de participación en un Gobierno liberal si el PLD se viera obligado a ello.

Estos tres grupos, más un cuarto de minúscula fuerza, apenas reúnen juntos 157 diputados -los comunistas poseen 27-, es decir, un centenar menos de la mayoría absoluta, y el número total de sus candidatos en estos comicios escasamente rebasa los 257 de la mayoría absoluta, lo que da idea de lo harto difícil de que el mapa político japonés pueda experimentar un giro.

La suerte de Kaifu depende de los comicios, aunque algunos observadores sostienen que el futuro como jefe de Gobierno de este político relativamente joven -58 años- en una sociedad jerarquizada por la edad sea breve en cualquier caso, independienteménte de lo que ocurra el próximo 18 de febrero. Pese a que su popularidad ha ido en aumento desde que asumió el cargo, en agosto del año pasado, el actual primer ministro japonés es visto cada vez más en los medios políticos como un simple gestor que guarda la poltrona a los barones del partido que se vieron envueltos en el escándalo de la compraventa de acciones de la compañía Recruit. No pocos elementos confirman esta idea.

Por primera vez en la historia del Parlamento japonés, la legislatura ha sido disuelta sin que haya habido una declaración del jefe del Gobierno. Kaifu quería, pero los líderes del partido decidieron lo contrario por temor a que sus palabras perturbaran aún más el clima político.

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