La conquista del desierto
Libia ofrece establecer millones de campesinos egipcios a la vera del Gran Río Artificial
Libia acaba de proponer a Egipto establecer a millones de campesinos egipcios en sus desiertos del sur para hacerlos productivos. El ofrecimiento culmina una larga y curiosa lista de intercambios y colaboración, resultado de la nueva etapa en las relaciones entre ambos países, que se inició con el encuentro de sus dos máximos dirigentes en octubre pasado. De momento, 25.000 egipcios trabajan sin contrato en Libia, según ha anunciado la revista Ajer Saga (Última Hora), y los mercados libios necesitan la mitad de los obreros que han cruzado la frontera.
El proyecto para fertilizar el desierto de Libia con la ayuda egipcia, ha sido hecho público por el ministro de Planificación de ese país, Mohamed L. Farhad, durante su reciente visita a El Cairo.De acuerdo con sus explicaciones, tal conquista sería posible gracias a la explotación de Gran Río Artificial, un proyecto de 1.000 millones de dólares (unos 110.000 millones de pesetas), para llevar agua desde Sebha, al sur de Libia, hasta la capital, Trípoli.
El líder libio, Muammar e Gaddafi, inició el estudio de esta obra a finales de los ochenta como parte de un plan para hacer su país verde. Pero el proyecto aún tiene que ser completado.
Agua para tres siglos
Estudios libios aseguran que una red de cerca de 2.000 kilómetros de canales permitiría trasladar el agua a las tierras secas, y transformarlas en adecuadas para la agricultura. Sus cálculos aseguran que las reservas podrían satisfacer las necesidades durante más de 300 años, con apenas un 10% de su consumo.El interés para el Gobierno de El Cairo, que ha prometido estudiar la oferta, radica en su exceso de población que crece a raíz de un millón de individuos cada siete meses.
Cada 23 segundos nace un niño en algún lugar de Egipto y un 60% de sus habitantes son campesinos. Farhad asegura que las colonias de éstos que, bajo financiación libia se trasladarían al otro lado de la frontera, podrían explotar las aguas subterráneas de los lagos de la región de Uweinat, para hacer funcionar el plan.
El objetivo es "cultivar un mínimo abastecimiento estratégico de alimentos básicos, en particular trigo".
Estos y otros anuncios están creando grandes expectativas entre la población egipcia, especialmente entre los jóvenes licenciados, que concluyen sus estudios sin la mínima esperanza de encontrar trabajo.
Sin embargo, la realidad no siempre resulta tan idílica como la plantea Gaddafi. El semanario Ajer Saga denuncia, en su última edición, algunos dé los problemas a los que se enfrentan los emigrantes egipcios en Libia. Así, por ejemplo, relata el caso de un licenciado en Derecho que se ve obligado a trabajar como limpiador por la módica cantidad de 120 dinares al mes. Aunque al cambio oficial eso suponga unos 400 dólares, la imposibilidad de transferir los ahorros a su país le obligarán a acudir al mercado negro donde el valor puede dividirse hasta por 20.
Necesidad de artesanos
En Bengasi, la segunda ciudad libia y el mayor núcleo de emigrantes egipcios, los más desafortunados de éstos se ven obligados a dormir bajo cajas de cartón en la plaza de Omar Mujtar. Con las lluvias, las autoridades se han visto obligadas a abrir una vieja escuela para albergarlos. Libia necesita más técnicos y artesanos que licenciados.Entre éstos, sólo los médicos especializados tienen posibilidades de encontrar un hueco en su campo.
En el sector del trabajo manual se requiere obreros cualificados para la fabricación de plásticos y bombonas de oxígeno. En todo caso, cada trabajador no puede enviar fuera del país más de 300 dinares anuales.
Claro que siempre queda el recurso de la triquiñuela, como la de aquella egipcia que compró oro con sus ahorros y se lo hizo colocar en los tacones de los zapatos para pasar la frontera sin despertar sospechas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.