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Yehudi Menuhin: "Los niños deben cantar mucho más en la escuela"

Andrés Fernández Rubio

Cuando tenía ocho años, el violinista Yehudi Menuhin (Nueva York, 1916), uno de los virtuosos legendarios del siglo, debutó en San Francisco, y poco después realizó su primera grabación, "una de las pioneras del micrófono eléctrico", según recuerda ahora. Niño prodigio entonces, a la altura de sus 73 años mantiene un apretado calendario de actuaciones y considera que la música son dos animales que tiran del carro en cuyo pescante él se mantiene firme: anoche ofreció en Madrid el último de dos conciertos como director. Menuhin, creó en 1962 una escuela para jóvenes violinistas superdotados, y opina que los niños deberían cantar en las escuelas corales de la tradición musical de su país. "Leer y escribir no es suficiente", dice.Quizá sea el título honorífico de sir lo que le dé a Menuhin ese aplomo con el que cuenta las cosas, como si las presiones ambientales no le afectasen y pudiera ser cierto que en el canto gregoriano, por ejemplo, se encontrase una de las claves de la vida: habla de él o de la letanía del rabino, como ejemplos de música seria religiosa que brota de las palabras y las acompaña, que no busca el ritmo fuerte que lleva la música folclórica en sus canciones de cosecha o de boda o de muerte. "La música romántica es la fusión", dice.

Su inquietud por la escasez de violinistas jóvenes, y también por la educación de los superdotados, le llevó a fundar su escuela, situada ahora en las afueras de Londres. "Siempre me interesó la enseñanza musical para niños. Toco desde que tenía cinco años y me ha perseguido la idea de avudar a los que empiezan. Tras la II Guerra Mundial no había muchas escuelas en régimen de internado. En 1945, fui invitado a visitar una en Moscú, y desde entonces quise crear algo semejante. No lo hice hasta 1962 porque no estaba convencido de saber lo suficiente en música, pero cuando tomé la decisión lo hice de un día para otro. Telefoneé a cuatro o cinco amigos, les pedí 5.000 libras a cada uno, alguien me dejó un piso, y así comenzamos".

Menuhin se muestra, realmente orgulloso de su acción pedagógica, hasta el punto de afirmar con humor que tiene "una especie de magia musical", ya que decenas de alumnos salidos de su escuela han sido contratados por grandes orquestas. "Se respira allí una atmósfera muy grata, de juventud y entusiasmo".

A la pregunta de cuál es la edad en la que se debe empezar el aprendizaje de la música responde: "Un niño debe comenzar antes de nacer. Las canciones que les escuche a sus padres desde el interior, la música que éstos oigan, tiene un efecto prenatal de enorme importancia. Estoy seguro".

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